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27 March 2014

LOS DIRECTIVOS DE SALUD Y LOS CLÍNICOS DEBEN DESINVERTIR EN LO INEFICIENTE PARA PODER GARANTIZAR EL ACCESO A LAS NUEVAS TERAPIAS ONCOLÓGICAS

Las nuevas terapias oncológicas y la gestión de las bacterias resistentes son dos de los retos más importantes en la gestión sanitaria actual y precisan estrategias coordinadas a largo plazo que puedan garantizar la sostenibilidad del sistema sin renunciar a la incorporación de los nuevos tratamientos, tal y como se puso de manifiesto recientemente en las II Jornadas ‘Gestión Sanitaria en Terapias Antiinfecciosas y Oncológicas’ celebradas en Santander y organizadas por la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA), con la colaboración de Astellas.

Así, los directivos de la salud y los clínicos deben desinvertir en lo poco útil, en lo ineficiente, en lo innecesario. “Sólo así será posible disponer de los recursos financieros necesarios para garantizar el acceso a las terapias oncológicas en condiciones de equidad”. Así de contundente se ha mostrado César Pascual, director gerente del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, de Santander, y vicepresidente de SEDISA en el marco de estas jornadas. Para este experto, tal y como se conciben ahora las terapias oncológicas no son sostenibles, situación que obliga éticamente a tomar decisiones urgentes, ya que “una cuestión está muy clara y es que no son prescindibles y, por tanto, hemos de tratar de procurar su incorporación al arsenal terapéutico de los hospitales” de una forma racional, “como se está haciendo en muchos casos”, y adecuando su uso.

Y es que, en un contexto de recursos limitados y necesidades ilimitadas, Alicia Herrero, jefe del Servicio de Farmacia Hospitalaria del Hospital La Paz, de Madrid, argumenta que lo que se gasta en una decisión terapéutica se ha de retraer de otra actividad sanitaria, “una decisión que compete a todos los implicados, incluido el paciente”. Reconoce que los precios de los nuevos medicamentos oncológicos “son elevados”, pero agrega que el problema va más allá: “A los nuevos medicamentos hay que exigirles una eficacia relativa suficiente respecto a los medicamentos con los que van a competir o que va a sustituir para merecer ese precio”.

Herrero cree que se debe premiar a aquellas innovaciones que realmente aporten valor y “presenten un umbral de eficiencia razonable”, para lo cual sería importante considerar el Coste por Año de Vida Ajustado por calidad (AVAC) a la hora de identificar “prioridades de acceso y financiación de nuevos medicamentos”. “Tenemos que obtener el máximo beneficio clínico en la utilización de los medicamentos oncológicos para no hablar de gasto, sino de inversión en salud”, matiza.

Evaluación responsable
Cuando se habla de nuevos fármacos, hay que distinguir entre la autorización de comercialización, en la que se evalúa si existe un balance entre beneficios y riesgos positivo, y la financiación pública, en la que se ha de valorar si “estamos dispuestos a pagar por esos beneficios adicionales y qué vamos a dejar de financiar para dar acceso a esa innovación”, según explica Cristina Avendaño,  presidenta de la Sociedad Española de Farmacología Clínica. Para esta experta, uno de los problemas a este respecto es la “falta de compromiso en asumir responsabilidades en la toma de decisiones y en comunicarlas públicamente, en comprometerse a respetar un sistema riguroso que asegure que las decisiones se toman de forma técnicamente correcta y a rendir cuentas de las decisiones tomadas ante los médicos, pacientes y ciudadanos en general”.

Así, argumenta que, como consecuencia, las decisiones de selección se toman en niveles micro y se crea un sistema atomizado, “con evaluaciones repetidas y de dudosa legitimidad” que crean “inequidades en el sistema”. Por este motivo, ve con buenos ojos la iniciativa del Consejo Interterritorial de elaborar Informes de Posicionamiento Terapéutico únicos, en el que participen todas las comunidades autónomas.

La presidenta de la Sociedad Española de Farmacología Clínica explica que “es obvio que para la decisión final sobre las condiciones de incorporación de un medicamento al Sistema Nacional de Salud es necesario evaluar, además del valor terapéutico, los aspectos económicos, sopesando el coste adicional en relación al beneficio conseguido”, si bien cree que el sistema de evaluación debe integrar la participación “razonable de cuantos deban legítimamente opinar”. Así, considera se alcanzará la mejor evaluación posible y se contará con unas decisiones generales de acceso a la innovación “que podamos respetar”. Por último, afirma que sería “bueno que abandonáramos ya pseudo-evaluaciones atomizadas, retrasos y  burocracia y colaboráramos todos para alcanzar una decisión razonable sobre el acceso a una novedad, en el menor tiempo posible y comprometiéndonos en la evaluación de resultados, para lo que resulta fundamental recuperar la complicidad y el liderazgo de los médicos en la selección de medicamentos”.

Infecciones por gérmenes multirresistentes
Otro de los puntos destacados que abordó la Jornada fueron las enfermedades infecciosas en el entorno hospitalario. Según agrega Pascual, la importancia de este tema radica en la gravedad y los efectos adversos que suponen las infecciones para los pacientes, especialmente las nosocomiales, así como las medidas que deben tomarse al respecto. El vicepresidente de SEDISA asegura que, en opinión de los expertos asistentes a las jornadas, existe una “necesidad de un cambio cultural en los profesionales, orientado a la prevención, con la interiorización de medidas tales como el lavado sistemático de manos o la limitación y control de accesos de visitantes a los centros hospitalarios”.

Por su parte, el doctor Luis Martínez, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, señala que las infecciones por gérmenes multirresistentes suponen un incremento de la mortalidad y la morbilidad de los pacientes, y determinan una prolongación de su estancia hospitalaria, lo cual a su vez se traduce en un incremento del coste sanitario. “Se calcula que en Europa mueren al año unas 25.000 personas como consecuencia de infecciones por bacterias resistentes”, apunta. Este experto hace referencia a que los estudios calculan que en España una infección grave por una bacteria multirresistente “supone en torno a los 4.000 euros más que una infección similar causada por una bacteria sensible (y que, a su vez, ya supone un incremento de gasto con respecto a los pacientes no infectados)”. Además, explica que estas estimaciones apuntan a que en toda Europa “el coste extra causado por bacterias resistentes a los antibióticos, en términos de costes sanitarios y de pérdida de productividad, es de al menos 1.500 millones de euros anuales”.

El jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Marqués de Valdecilla considera que el entorno hospitalario es especialmente importante para la selección y la diseminación de las bacterias resistentes, debido a la complejidad de los pacientes atendidos, a la presión antibiótica derivada del uso necesario de antibióticos y a la relativa facilidad con la que las bacterias resistentes se pueden transmitir entre pacientes “si no se cumplen las medidas básicas de higiene hospitalaria”, si bien, destaca que “múltiples estudios en la última década han demostrado que las bacterias multirresistente no son ya exclusivas del entorno hospitalario, sino que también se aíslan con preocupante frecuencia en pacientes no hospitalizados”.

Respecto a la situación de España en relación con otros países europeos, este experto argumenta que, en general, el problema de la multirresistencia es más grave en los países del sur de Europa y de Europa Oriental que en los países nórdicos o en Holanda, “probablemente porque estos últimos han mantenido durante décadas programas muy estrictos de uso de antimicrobianos y políticas muy bien organizadas para el control de brotes hospitalarios”.

Por último, concluye que los programas de control de patógenos multirresistentes son complejos y sus resultados, con frecuencia, tardan varios años en conseguir reducir el problema: “Estos programas requieren una notable inversión en recursos de personal y materiales, que en todo caso está más que justificada si se considera el impacto en salud y (podríamos decir que secundariamente) en coste sanitario”.



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