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28 May 2012

Uno de cada cuatro niños en España presenta desnutrición en el momento del ingreso hospitalario



El encuentro clásico de la familia reunida en torno a la mesa, al menos al menos  3 veces a la semana, reduce en un 32% el riesgo de trastorno alimentario y en un 15% el riesgo de obesidad en los niños”, concluye la doctora Pilar Riobó Serván,  Representante de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) en la Federación Española de Sociedades de Nutrición, y Dietética y Jefe Asociado de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz-Capio.

Con motivo de la celebración hoy, del Día Nacional de la Alimentación, la doctora Riobó explica que la educación en cuestión de alimentación del menor a de partir de los padres. “Por ejemplo: el desayuno es fundamental, -asegura- Hay estudios que demuestran que los niños que desayunan convenientemente tienen menos riesgo de padecer obesidad”. Otro aspecto fundamental en la educación de los más pequeños es el hecho de comer en familia. No podemos olvidar, la importancia de las rutinas horarias: “si el niño tiene hambre, comerá, sin embargo, es fundamental para ello que los niños no coman entre horas”. Otro consejo importante que ofrece la doctora Riobó es la “no negociación con la comida. Es cierto que no es aconsejable obligar al niño a comer algo que no quiere, sin embargo, tampoco podemos caer en la trampa de la negociación, admitiendo que coma sólo aquello que le es grato”, asegura.

Los últimos estudios epidemiológicos realizados confirman que uno de cada tres niños españoles tiene sobrepeso y uno de cada cinco es obeso, siendo España uno de los países europeos que mayor tasa de obesidad infantil presenta y, sobre todo, en el que la obesidad infantil aumenta más rápidamente. Esta situación es el resultado, asegura la doctora Gómez Enterría, “de cambios en la alimentación llamada tradicional y en la disminución de la actividad física. Hay un mayor consumo de alimentos preparados con elevado contenido en grasa saturada y azúcares simples y que en cambio aportan pocos micronutrientes (vitaminas y minerales), como bollería, dulces y golosinas, frente a un consumo muy por debajo de lo recomendado de fruta, verdura, legumbres”.

A este respecto, el papel de los padres en la prevención del sobrepeso es fundamental, asegura la doctora Riobó,  “La responsabilidad es de los padres, de quien los hijos suelen ser un reflejo”, explica esta experta. “No podemos pretender que a un niño le guste la verdura si sus padres no comen verdura- y  añade - El mejor consejo que una madre puede darle a un hijo es cómete la verdura. En este sentido, la doctora pone de manifiesto que existen frases hechas o tópicas entre las madres, que no sirven sino para “demonizar” determinados alimentos: “Si te comes la verdura te doy de postre helado es un mensaje erróneo, -apunta la doctora Riobó- pues se está dando a entender al menor que la verdura es lo malo, mientras que el helado es lo bueno”.


El verano, buen momento para educar en nutrición y en salud
En vista de la cercanía del verano y de las casi inminentes vacaciones de los escolares. La doctora Pilar Gómez Enterría, coordinadora del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).  explica que “en esta época, al no depender del horario para ir al colegio, sería conveniente inculcar a los más pequeños el hábito de realizar un desayuno correcto, incluyendo un lácteo, hidratos de carbono  y fruta, de igual manera es un buen momento para incluir en la alimentación  de los más pequeños frutas y verduras de temporada, al tiempo que se limita el consumo de bollería comercial, de platos precocinados desequilibrados, golosinas, fritos comerciales, etcétera”, asegura la experta.  Para mantener una buena hidratación, la doctora recomienda “estimular el consumo de agua o de zumos naturales”.

El verano puede ser una buena época para intentar establecer unos hábitos de vida más saludables, reforzando además la actividad física y valorar qué estrategias son más adecuadas para mantener esos hábitos el resto del año”, concluye.
PLAN CONTRA LA OBESIDAD: Dormir más de ocho horas, desayunar correctamente, comer en familia  y hacer algo de ejercicio
Por último, explica la doctora, “tan importante es que los niños duerman ocho horas, como que realicen con frecuencia ejercicio físico. Las actividades extraescolares con las que bombardeamos a nuestro hijos les impiden dedicar tiempo al ejercicio físico, puesto que acaban el día tan cansados que es imposible pedirles que jueguen un partido de baloncesto, por ejemplo. Esto ha provocado que el ocio de los niños sea absolutamente sedentario”.

En este punto, destaca la doctora Riobó, es cuando entramos en un “círculo vicioso”. “El niño que no come de manera sana, no duerme las horas adecuadas y no hace ejercicio es posible que acabe siendo obeso. Los niños obesos son discriminados en el deporte por ser más torpes a la hora de llevar a cabo estas prácticas, de modo que resuelven la situación no queriendo hacer deporte. Una lástima, ya que el deporte es pieza fundamental en la lucha contra la obesidad y una pieza básica en una educación saludable


Uno de cada cuatro niños esta desnutrido en el momento del ingreso hospitalario
La desnutrición infantil en los países  industrializados se asocia fundamentalmente a enfermedades, frente a la que aparece en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, cuya causa más frecuente es la dificultad para acceder a los alimentos. “Según distintos estudios publicados se estima que entre el 20 y 25% de los niños presenta desnutrición en el momento del ingreso hospitalario y al igual que sucede en los adultos, en muchos casos esa desnutrición aumenta a lo largo de la estancia hospitalaria”, asegura la doctora Gómez Enterría.  En el marco de los temas expuestos sobre Nutrición durante del 54 Congreso que la Sociedad celebrado recientemente en Oviedo y de la celebración del Día Nacional de la Nutrición hoy, lunes 28 de mayo, la doctora Gómez Enterría asegura que “la alimentación de un niño enfermo para con respecto a la de un niño sano no difiere significativamente en la calidad aunque sí de manera cuantitativa, si bien es cierto que deben ajustarse los aportes, fundamentalmente de calorías y proteínas, en función del estado de nutrición previo y de la enfermedad que presenten”.

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