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30 September 2011

Programación nutricional en el embarazo y los primeros años de vida

“La programación nutricional describe la relación entre el entorno nutricional durante ventanas de tiempo críticas en el desarrollo temprano y la incidencia y gravedad de la enfermedad en la vida adulta. El concepto de programación nutricional se basa en dos hipótesis anteriores. La hipótesis del ‘fenotipo ahorrador’ (1) proponía que una nutrición deficiente en el útero materno provoca cambios negativos permanentes que conducen al desarrollo de enfermedades en el futuro. Los efectos de la desnutrición de la madre sobre el desarrollo del feto han sido estudiados a fondo en humanos. La primera evidencia se basó en estudios epidemiológicos de supervivientes de la hambruna holandesa de 1944–1945, donde la exposición prenatal a las condiciones de hambre produjo una mayor prevalencia de sobrepeso en los hijos adultos. Estudios posteriores demostraron que las deficiencias nutricionales en el útero predisponían a los hijos a padecer en edad adulta síndrome metabólico, incluyendo obesidad, enfermedades cardiovasculares, hipertensión y diabetes tipo 2.

La hipótesis de la ‘respuesta adaptativa predictiva’ (RAP) (2, 3) propone que el feto se va adaptando al ambiente que tendrá después del nacimiento. De acuerdo con esta hipótesis, el entorno nutricional prenatal es la principal fuente de ‘predicción’ disponible para el feto. Cuando la RAP es adecuada, el desarrollo es normal; sin embargo, cuando existe un desajuste entre el entorno nutricional, ya sea por exceso o por carencia, durante periodos críticos de desarrollo y el entorno adulto, la enfermedad se desarrollará. Las RAP sólo pueden ser inducidas durante ventanas de tiempo críticas en el desarrollo. De este modo, las ventanas de una posible inducción son distintas para los diferentes órganos, lo cual resulta en una extensión de la fase de plasticidad antes y después del nacimiento. Llegar a comprender e identificar la interacción entre el desequilibrio de micro y macronutrientes y la modificación de la expresión genética tiene un enorme potencial para mejorar la salud de las generaciones venideras.

La investigación en programación nutricional requiere que el enfoque multidisciplinar de la genómica nutricional (véase Tema del mes ‘Micronutrientes y el genoma humano‘) aplique conceptos y tecnologías de la genética, la biología molecular, la epidemiología, la sanidad pública y los ensayos clínicos. Se necesitan más estudios para comprender mejor el tipo, el momento y la duración precisa de una nutrición inadecuada como origen de una enfermedad crónica. En cuanto a los efectos a largo plazo de una programación nutricional, los datos de que se disponen aún son escasos.

Las áreas específicas de interés son:

Estudios del mecanismo e interacciones de nutrientes-genes con los que la programación nutricional influye en varios tejidos.
Restringir y definir los periodos críticos del desarrollo fetal y los primeros años de vida que afectan a determinadas enfermedades crónicas.
Especificar el papel que desempeñan los nutrientes específicos y sus interacciones en la dieta materna e infantil sobre los efectos de la programación de la enfermedad y sus factores de riesgo.
Identificar y estudiar el impacto de los determinantes genéticos sobre los primeros efectos de la programación y resultados posteriores.

Hasta la fecha poco se sabe sobre los genes implicados en el mecanismo que origina la nutrición programada. Por otra parte, los productos de varios genes asociados con un mecanismo específico pueden interactuar con otros productos de genes en diferentes vías, por lo que los estudios de los genes implicados en la programación nutricional pueden llegar a adquirir una gran complejidad. Varios estudios recientes han comenzado a dilucidar los genes que se ven influidos por la programación nutricional en distintos tejidos (como la placenta, el páncreas y el tejido adiposo) y vías (por ejemplo, el sistema renina-angiotensina en relación con la hipertensión). No obstante, este campo está apenas empezando a desentrañar los genes y mecanismos moleculares que están involucrados en la programación nutricional.

Los diferentes constituyentes de la dieta de la madre y el niño pueden considerarse como ‘programadores positivos y negativos’ que influyen en la salud futura de una manera favorable o desfavorable. La dieta mediterránea, por ejemplo, puede proteger a la madre de tener un parto prematuro, además de mejorar la función inmunitaria de sus bebés y el cociente intelectual de sus hijos a la edad de 5 años. Entre los alimentos que más predominan en estas dietas están el pescado y las verduras. En el caso del pescado, los beneficios parecen provenir de los ácidos grasos omega-3 de cadena larga y, en el caso de las verduras, del folato. Además, se ha demostrado que una mayor exposición al sol (y, potencialmente una mayor síntesis de vitamina D) durante los últimos tres meses de embarazo está asociada con una mejor masa ósea a la edad de 9 años. Por otro lado, un consumo elevado de grasas y azúcares puede actuar como ‘programador negativo’ y afectar negativamente la salud tanto de la madre como del hijo”.

**Publicado en el BOLETIN INFORMATIVO NUTRI-FACTS( OCTUBRE)

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