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21 May 2011

La enuresis nocturna afecta al 15% de los niños mayores de 5 años y provoca alteraciones psicológicas

La enuresis nocturna, pérdida involuntaria de orina que ocurre sólo por la noche, es un problema común que afecta al 15% de los niños con cinco años de edad y que, en la edad adulta, sigue afectando a entre el 0,5 y el 2% de la población. De media el 34% de los niños la padecen a los tres años, pero el porcentaje va descendiendo con la edad, así el 25% la sufren a los 4 años, el 15% a los 5, el 10% a los 8 años y entre los doce y los catorce años el porcentaje se sitúa en el 2%. Entre el 0,5 y el 2% de los adultos permanecen enuréticos.
La enuresis, por la implicación que tiene para el niño sobre todo teniendo en cuenta que es un problema de sencilla solución, ha sido uno de los temas destacados en el 38 curso de Pediatría Hospitalaria, que reúne en Barcelona entre el 19 y 21 de mayo a más de 600 pediatras de toda España para abordar diferentes problemas que atañen a niños y adolescentes.
Para el Dr. Dr. Santiago García-Tornel, del Servicio de Pediatría Hospital Sant Joan de Déu, y uno de los ponentes del curso, “Los padres se suelen interesar por la enuresis de su hijo cuando tiene unos 5 y 6 años, pero a los “pacientes” les suele preocupar hacia los 7 u 8 años de edad porque es cuando empiezan a salir de casa para actividades lúdicas o dormir en casa de amigos o colonias”.
La enuresis es un problema físico que muchas personas aún relacionan con aspectos psicológicos “El grave error de concepto todavía muy extendido entre los médicos y la sociedad en general es porque la enuresis todavía está incluida en el DSM-IV, la “biblia” de la enfermedades psiquiátricas”, asegura el Dr. García-Tornel, hay que convencer a los padres que se trata de un problema físico con tratamiento farmacológico.
La enuresis tiene un importante componente hereditario, según afirman los expertos, si uno de los padres ha sido enurético el niño tiene entre un 30 y un 40% de posibilidades de serlo y, si lo han sido ambos, el porcentaje asciende al 70%.
Actualmente se han desarrollado diferentes estrategias de tratamiento. La información a la familia de que se trata de un proceso madurativo no controlable por el niño es fundamental para evitar conductas agresivas o pasivas. Igualmente, se debe desmitificar el problema ante el niño para mejorar su propia imagen y las relaciones interpersonales. La motivación del niño y la familia son fundamentales para abordar el tratamiento.
Es importante dar unas instrucciones sencillas tanto al niño como a los padres, un seguimiento cercano es importante para valorar los resultados y seguir animando al niño para conseguir su objetivo. Todo ello entraría en el capítulo que algunos denominan “uroterapia” o entrenamiento de la vejiga, término que implica un entrenamiento cognitivo para controlar la vejiga normal de forma voluntaria, instrucciones sobre los hábitos de ingesta de líquidos durante el día, eliminación de orina y heces, sueño, etc.
El tratamiento farmacológico, basado en la administración de desmopresina, tiene un efecto reductor en la producción de orina durante la noche y disminuye la presión intravesical. También existen alarmas nocturnas, una buena alternativa en niños mayores y motivados.

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