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21 May 2011

GARANTIZAR EL APORTE ENERGÉTICO Y DE NUTRIENTES DE LOS ASTRONAUTAS PERMITIRÁ LA LLEGADA DEL HOMBRE A MARTE

Es evidente que la alimentación ha influido en gran medida en el desarrollo y evolución de la civilización en todo el mundo: la falta de alimentos, nutrientes fundamentales, tipo de alimentación, etc. son factores que, sin duda, han condicionado el devenir histórico y de la humanidad, desde el descubrimiento de América, con las migraciones ecológicas que ocasionó, hasta el que pueda ser el gran reto histórico de viajar a Marte. Ambos temas se están abordando en el 53 Congreso Nacional de Endocrinología y Nutrición, que se celebra esta semana en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Galicia, en Santiago de Compostela.

En la alimentación en el espacio hay que encontrar un equilibrio entre las necesidades para conservar la salud del astronauta y las limitaciones que imponen el lanzamiento y las características propias de la misión. Para conseguir las primeras, destaca el doctor César Alonso Rodríguez, del Centro de Instrucción de Medicina Aeroespacial de Madrid, “es necesario garantizar el aporte energético y de nutrientes de los hombres implicados en la misión, que los alimentos que han de ingerir tengan una condiciones óptimas de aceptabilidad, es decir, que cuenten con buen olor y sabor; además de que sean de fácil digestión". En segundo lugar, es fundamental reducir el peso y el volumen tanto de los alimentos como de sus envases, que éstos sean de fácil preparación por parte de la tripulación, que no interfieran en los planes de trabajo y que generen la menor cantidad de residuos.

Durante la estancia del cosmonauta en el espacio, se pueden producir en éste cambios fisiológicos en su cuerpo. "La exposición al ambiente de microgravedad implica desplazamiento de los fluidos corporales hacia la parte superior del cuerpo, produciendo congestión facial y nasal con disminución del olfato y pérdida del apetito, a lo que contribuye el ambiente de cabina con mayor nivel de concentración de CO2 con calor y la frecuente desorientación espacial- asegura Alonso. Estos hechos contribuyen a la disminución de la ingestión de alimentos y que, junto a la pérdida de masa ósea, masa muscular y volumen sanguíneo propios de la ingravidez conducen a la pérdida de peso del astronauta".

El aporte energético en el espacio no difiere sustancialmente del de la tierra en cuanto a cantidad de energía y de principios inmediatos, incrementando ligeramente el aporte de proteínas, de calcio, vitamina D y disminuyendo el de fibra. "Los alimentos que actualmente se consumen en el espacio están en gran parte disponibles comercialmente en la actualidad, pueden ser rehidratables, termo estabilizados con grado de humedad intermedio o bien en forma natural pero irradiados, congelados, refrigerados o condimentados", explica el doctor Alonso.


-Viajar a Marte
"Durante una expedición a Marte, cuya duración puede llegar a ser de 3 años, expuestos a alto grado de radiaciones, a ausencia de gravedad, etc., se pueden producir cambios fisiológicos aún no descritos", asegura el experto. El ser humano que más días ha permanecido en el espacio es el cosmonauta Sergei Kikralev, con un tiempo de 804 días acumulados en seis misiones, tiempo muy por debajo del tiempo mínimo que se debe emplear en una misión al planeta Marte. "Es una misión de tal envergadura que resulta extremadamente complicado anticipar y equipar a la tripulación para hacer frente a los riesgos potenciales de sufrir desnutrición, accidentes, cáncer, enfermedades médicas o quirúrgicas, cardiovasculares, dentales, etc.". Además, en palabras del doctor Alonso, "garantizar el estado nutritivo de los astronautas es crítico y es complicado mantener las propiedades nutritivas y organolépticas de muchos alimentos durante misiones de larga duración -más de un año-".

En el trasbordador espacial las comidas se seleccionan 5 meses antes del vuelo, se preparan 3 meses antes y se instalan 24-36 horas antes. Más de 70 tipos de comida y más de 20 bebidas

Aunque los alimentos utilizados en el espacio parecen indestructibles, se puede observar cómo después de un año la comida espacial pierde vitamina A, ácido fólico, tiamina y toda la vitamina C. Confiar en comidas hidratadas supone tener garantía de suministro suficiente de agua, cuando su disponibilidad es limitada, ya que gran parte de la misma previene del reciclado. "Depender durante los dos años y medio o tres que puede durar una misión a Marte de comida almacenada en congeladores ofrece un gran riesgo", indica Alonso. "El gran reto consiste en crear envases ligeros, herméticos, que puedan mantener la frescura y esterilidad durante al menos tres años. Además, había que recurrir a un sistema mixto del que forme parte un modelo de soporte de vida bio-regenerativo reproduciendo condiciones de luz, temperatura, humedad y concentración de CO2 y de fertilizantes para poder reutilizar productos excretados por el hombre como el agua, minerales , CO2 para cultivar verduras o cereales en ambientes diferentes de la superficie terrestre, así como en el interior de la nave o en plantas en la superficie de la luna o de Marte", concluye.

-Descubrimiento de América y alimentación mundial
Aunque es positivo mirar al futuro y analizar qué condiciones debemos ofrecer a los astronautas para poder llegar a Marte en cuanto a la alimentación, conviene no olvidar que una parte importante de la base nutricional actual, no solo de España sino del resto del mundo, proviene de América y cómo esto ha influido en la alimentación actual. "Si no hubiese existido el establecimiento de las rutas de ida y vuelta entre ambos hemisferios abiertas por Cristóbal Colón en 1492, nunca se hubieran dado los intercambios ecológicos que luego sucedieron. Viajes que fomentaron un intercambio de alimentos, animales, plantas no comestibles, microbios y seres humanos pudiendo hablar de un globalización ecológica", asegura el doctor Felipe Fernández-Armesto, catedrático de Historia de la Universidad de Notre Dame, catedrático de Medio Ambiente de la Universidad de Londres y catedrático invitado de comunicación en la Universidad Complutense de Madrid.

"Del mismo modo –añade- si no hubiesen existido las formas de vida indígena de América, el mundo entero hubiera perdido enormes fuetes de energía, influencias primordiales en la formación de las culturas modernas y terrenos esenciales para cultivar la alimentación de un mundo de creciente población. Por ello, si no se hubiese dado ese intercambio de recursos, no existiríamos, no hubiéramos podido sobrevivir", asegura Fernández-Armesto.

A este respecto, en la actualidad es impensable la comida europea sin el tomate, la patata, el chocolate, la vainilla, el aguacate, las guindillas picantes, etc. “Hay que pensar además en los efectos políticos y económicos de los alimentos americanos: sin el cultivo de maíz, grandes zonas de Europa no se hubieran independizado del Imperio Otomano en el siglo XIX, sin la patata la militarización de las sociedades decimonónicas hubiera sido inconcebible, sin el maíz las industrias agropecuarias de aquel entonces se hubieran encontrado con grandes dificultades. En fin de cuentas, si no fuera por los nuevos cultivos, la población no hubiera podido crecer tanto", concluye el doctor Fernández-Armesto.

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