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30 September 2008

El 32´9% de los niños españoles viven en familias con un nivel de estrés elevado

El pediatra extrahospitalario es el especialista de las edades infantiles y adolescentes que atiende a sus pacientes, no sólo en la enfermedad, sino también cuando se hallan en un buen estado de salud. Todas las CC.AA. disponen de programas de salud o seguimiento de los niños y adolescentes sanos que determinan los exámenes de detección necesarios en cada etapa de crecimiento, así como las medidas preventivas a aplicar en las diferentes edades. También se tienen en cuenta los hitos del desarrollo psicomotor para su adecuada evaluación.

En el “Estudio Epidemiológico de los Trastornos del Comportamiento en la Infancia y Adolescencia con el Inventario de Eyberg” de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), con la colaboración de DEP, se comprueba que la mayoría, en concreto el 93,2% de los pacientes estudiados, reciben un seguimiento pediátrico adecuado.

Además, de este informe se desprende que “los aspectos más relacionados con los problemas de conducta son el bajo rendimiento escolar, el elevado nivel de estrés familiar y también el uso abusivo de los juegos de ordenador, los vídeo-juegos o navegar/chatear por Internet”, destaca el Dr. Luis González Trapote, pediatra y uno de los participantes en el Estudio Eyberg.

-Los trastornos de comportamiento
Los trastornos del comportamiento (también denominados trastornos del comportamiento perturbador) son el motivo más frecuente para derivar a los niños para evaluaciones y tratamientos de salud mental.

“En este estudio nos hemos centrado en el análisis de las conductas externalizantes, que se definen como aquellas conductas de manifestación observable, objetiva, con proyección hacia el entorno y comprenden aquellas conductas denominadas delictivas (El sujeto no se siente culpable tras portarse mal, tiene malas compañías, miente, prefiere ir con niños mayores, se escapa de casa, roba en casa, dice palabrotas, hace novillos, toma alcohol o drogas,..) o agresivas (discute mucho, es cruel, requiere mucha atención, destruye sus cosas o las de los demás, es desobediente, celoso, se pelea con facilidad, grita mucho, es tozudo, cambia fácilmente de humor, es temperamental..)”, explica el Dr. F. Prandi, Presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria y coordinador del Estudio.

Según este estudio, la población de entre 2 y 13 años en situación de riesgo para desarrollar problemas de conducta de tipo externalizante está alrededor del 17.3% y el riesgo es elevado en el 6,6%.

Otros síntomas conductuales comprenden las conductas internalizantes (aislamiento, quejas somáticas, ansiedad y depresión) y las conductas mixtas (problemas de atención, problemas sociales y trastornos del pensamiento).

-Actividades extraescolares y medios de comunicación
En el estudio epidemiológico se comprueba que los niños que dedican más horas a actividades extraescolares activas como ejercicio físico (deportes, danza, etc.) muestran menor frecuencia de conductas de tipo externalizante, sin que varíe la percepción de conducta percibida como problemática por los padres. Además, coincide con un rendimiento escolar elevado. Si a ello se añade el efecto beneficioso de estas actividades en la profilaxis y tratamiento de la obesidad “es evidente que el pediatra debe aconsejarlas con énfasis en sus recomendaciones a los padres”, apunta el Dr. Prandi.

El tiempo medio de actividades extraescolares activas encontradas en este estudio fue de 0,3 horas al día pero oscila entre 0,11 horas/día a los 2 años hasta 0,42 horas a los 13 años.
Por otro lado, la actividad extraescolar sedentaria más frecuente entre los 2 y los 13 años es mirar la televisión, ya que la ven un promedio de 1,4 horas al día. El 71.3% de los individuos la mira entre 1 y 3 horas diarias.
Existe una relación inversa entre horas de televisión al día y rendimiento escolar, de manera que el porcentaje de sujetos con rendimiento escolar alto es del 64.3% en el grupo que ve menos de 1 hora de televisión al día y del 45.6% en el grupo que mira 3 o 4 horas de televisión diarias.
Por último, la media general de horas dedicadas al uso del ordenador en este estudio para jugar o navegar/chatear a través de Internet es de 0.4 horas diarias, pero oscila entre las 0.02 horas a los 2 años a casi una hora a los 13.

El comportamiento de los niños de 6 a 9 años que pasan más de dos horas delante del ordenador, jugando o utilizando internet para navegar o chatear es valorado por los padres como más problemático que aquellos que dedican menos tiempo, pero no se observa en ellos un aumento destacable de las conductas externalizantes.

Según el Dr. Prandi, “existe cierta asociación inversa entre las horas que el paciente dedica a jugar al ordenador y el rendimiento escolar, así como una asociación directa con el nivel de estrés familiar”.

-Factores de tipo familiar
Cuando se toma en consideración el origen de los padres, el estudio observa la relación de dependencia entre país de origen y trastornos de conducta. Los niños que tienen ambos progenitores extranjeros muestran con menos frecuencia conductas externalizantes que los que tienen un progenitor de origen español y el otro extranjero.

Si se analiza la asociación entre los trastornos de conducta y la relación biológica del sujeto pediátrico con las personas encargadas de atenderle, se comprueba que, en los casos que el núcleo familiar está formado por los padres biológicos del niño, hay un porcentaje mayor de sujetos con rendimiento escolar alto y con menor nivel de estrés familiar. El rendimiento escolar bajo se asocia más en las parejas con un solo componente biológico y aún inferior si se trata de una pareja adoptiva o de una unidad familiar monoparental.

En los hogares que tienen cuatro o más hijos se ha encontrado una menor frecuencia de trastornos del comportamiento y asimismo una menor percepción de conducta problemática por los padres. Sin embargo, se observa un rendimiento escolar más bajo y un nivel medio de estrés familiar sería algo superior.

El análisis de la relación entre los trastornos del comportamiento y la situación laboral de los padres detecta una ligeramente menor frecuencia de los trastornos del comportamiento en los hogares en que los progenitores trabajan a media jornada y una evidente mayor frecuencia de trastornos de conducta en los hogares en que ambos progenitores, o uno en las familias monoparentales, están en paro.

El 32,9% de los que viven en familias con un nivel de estrés elevado obtienen puntuaciones indicativas de problemas de conducta en el Eyberg. Los niños y adolescentes que viven en familias con nivel elevado de estrés familiar presentan conductas de riesgo que predisponen a trastornos de comportamiento y, además, los padres consideran que este problema es importante.

-Demasiadas horas dedicadas a Internet
En definitiva, según el Dr. F. Prandi, coordinador del Estudio Eyberg, los factores de riesgo que muestran mayor asociación con los trastornos de conducta son “el bajo rendimiento escolar, un elevado estrés familiar y un número elevado de horas dedicadas a jugar con el ordenador, videojuegos o navegar/chatear por internet, principalmente en el grupo de niños de 6 a 9 años, con menor frecuencia en el grupo de niños de 10 a 13 años”.

Además los sujetos que dedican muchas horas a operar con el ordenador con fines lúdicos también presentan generalmente un rendimiento escolar más bajo y sufren un estrés familiar más elevado. Es posible que la dedicación de estos sujetos a los video-juegos y a internet sea una maniobra subconsciente de distracción o de evitación para resistir al estrés familiar.

-Reflexiones finales
Según la SEPEAP, es fundamental que el pediatra se considere responsable de la óptima orientación de las familias para la detección, profilaxis y tratamiento de los trastornos del comportamiento de los niños y adolescentes.

Y para ello en primer lugar debe conocer los factores de riesgo que pueden influir en la génesis y mantenimiento de estos comportamientos y es su deber realizar su detección precoz y transmitir a las familias las recomendaciones pertinentes para evitar y contrarrestar estos factores de riesgo. Y cuando ya han actuado sobre los niños o los adolescentes de una familia pondrá todo su esfuerzo para proteger la salud mental del paciente y de su familia.

“El inventario Eyberg ha demostrado ser un instrumento útil para ayudar al pediatra a realizar esta función preventiva y terapéutica en el campo de la salud mental en pediatría”, finaliza el Dr. Prandi.

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