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13 September 2016

Seis enfermedades de guardería que tu hijo podrá llevar a casa

Hasta una infección vírica por semana pueden llevarse a casa los niños que van a la guardería. Este aspecto de la vuelta al cole es uno de los que más preocupa a los padres, sobre todo a aquellos que los llevan por primera vez y no saben lo que se van a encontrar. Sin embargo, ante este temor se alza el hecho de que muchas de estas enfermedades, aunque aparatosas, son comunes, y cursan y desaparecen por sí mismas con pocas probabilidades de complicación si se detectan y tratan a tiempo. Para la tranquilidad de los padres, Top Doctors® (www.topdoctors.es) hace un recorrido por las infecciones y enfermedades de guardería más frecuentes junto a dos de sus doctores, el Dr. Jorge Martínez Pérez, Responsable del área de Pediatría en Madrid MIP Salud y el Dr. Fernando García-Sala, Director de la Clínica Pediátrica García-Sala y Coordinador del Servicio Materno Infantil del Centro Milenium Sanitas de Valencia, que analizan sus síntomas, su evolución natural y las pautas que deben seguir los padres.   

1.       Catarro y faringitis aguda
Son las dos infecciones de vías aéreas superiores más frecuentes. Los síntomas del catarro común son fiebre, mocos y congestión nasal, de carácter leve, aunque se acentúa la sensación de dificultad respiratoria en los más pequeños. Puede disminuir el apetito y aparecer vómitos y, en el caso de la faringitis, dolor de garganta y tos asociada a secreciones. 

Estas infecciones no tienen tratamiento específico y desaparecen en cuestión de días. Se pueden usar antitérmicos para controlar la fiebre y reducir el malestar general. Sin embargo, no siempre se recomienda el uso de mucolíticos o expectorantes, pues no están exentos de efectos secundarios, siendo el médico quién valorará su conveniencia en cada caso. Asimismo, no se recomiendan los antitusivos, pues la tos es un mecanismo de defensa del cuerpo necesario para limpiar de secreciones la vía aérea.
2.       Infecciones de oído
La otitis es una inflamación del oído medio, habitualmente derivada de un cuadro infeccioso respiratorio previo, por acúmulo de secreciones mucosas. Los niños son más vulnerables a esta infección por las características particulares de sus trompas de Eustaquio, más cortas, horizontales y anchas. Además de los mocos en las fosas nasales, los ruidos en garganta que éstos provocan y la tos, la otitis puede presentar, asociado o no a fiebre, un dolor de oídos que habitualmente es mayor cuando el niño está tumbado.

En muchos casos esta infección tiene resolución espontánea en 2 o 3 días con un tratamiento de gotas óticas con antiinflamatorios, que ayudarán a bajar la inflamación del tímpano y los tejidos circundantes para que el moco pueda salir. Si lo considera el pediatra, en determinados casos puede recetarse tratamiento antibiótico.
3.       Conjuntivitis
Se trata de una inflamación de la conjuntiva, la membrana que envuelve el ojo por la zona esclara (parte blanca del ojo) y el párpado por dentro. Es una infección frecuente en edades tempranas que se produce por irritación, ya sea por alergia o por infección. La irritación produce rojez y el ojo aumenta la producción de lágrima como mecanismo de limpieza. Cuando las lágrimas se sobreinfectan aparecen las legañas, lo que agrava la sensación de "arenilla", y un dolor leve, que suele sentirse como si fuera picor.

Su tratamiento requiere generalmente menos de una semana de antibiótico en colirio, hasta que el niño amanezca al menos dos días consecutivos sin secreciones y con los ojos normales.
4.       Herpangina y enfermedad ‘mano-pie-boca’
La herpangina es una infección muy común en edades tempranas caracterizada por la aparición de puntitos rojos en la parte posterior de la boca, que se convierten posteriormente en pequeñas llagas o úlceras que pueden ser dolorosas. La enfermedad mano-pie-boca causa los mismos síntomas también en las manos y los pies. Los puntos pueden aparecer también en la zona del pañal. Ambas enfermedades están causadas por el mismo virus y pueden cursar fiebre, dolor de garganta y malestar general durante varios días antes de la aparición de los puntos en la boca.

No existe un tratamiento contra este virus, que se propaga por contacto o respiración. Los puntos y úlceras desaparecen por sí solos en 10 días. Tienen un periodo de incubación de 3 a 6 días durante el cual un niño puede contagiar a otro aun sin mostrar siquiera los primeros síntomas. Se pueden administrar antitérmicos para aliviar la fiebre y el dolor. Es básico una buena higiene para evitar la propagación, así como mantener al niño bien hidratado.
5.       Roseola o ‘la sexta enfermedad’
A la enfermedad de la Roseola o exantema súbito, también se le llama ‘la sexta enfermedad’ porque se descubrió después de las otras cinco enfermedades exantemáticas más conocidas: sarampión, escarlatina, rubéola, varicela y megaloeritema. El cuadro empieza con fiebre muy alta (puede alcanzar los 40.5° C) unos días antes de que aparezca una erupción cutánea que comienza en el tronco y se extiende a las extremidades. La erupción, de pequeños puntitos rosados que no pican, durará entre 3 y 7 días, durante los cuales la fiebre va disminuyendo de intensidad. El niño puede, además, tener bastante mucosidad nasal, dolor de garganta y enrojecimiento de ojos.  No existe tratamiento específico y la enfermedad finaliza, por lo general, por sí sola sin complicaciones. La fiebre, aunque es alta, responde bien a los antitérmicos.
6.       Gastroenteritis
La gastroenteritis es bastante frecuente entre los niños de guardería y en los primeros años de escuela, si bien la más habitual es la provocada por el rotavirus, contra el que ya se incluye vacunación. Se manifiesta con presencia de diarrea, vómitos, fiebre, dolor abdominal, y con la presencia de sangre y moco en muchos casos. Resulta fácil su transmisión por vía fecal-oral en los cambios de pañal o cuando los niños se limpian, por ello es necesario extremar las medidas de higiene, ya que si se tocan otros utensilios se producirá el contagio por vía digestiva.

El tratamiento pasa por una buena hidratación y una dieta astringente (el niño no debe dejar de comer), siendo recomendable el uso de antibiótico solamente en el caso de que el cuadro sintomático no mejore. Los probióticos son un aliado muy eficaz en estos casos para aumentar la flora bacteriana buena para el niño y disminuir los gérmenes más patógenos.

Aunque cada niño tiene un sistema inmunológico diferente y en cada entorno pueden aparecer diferentes tipos de virus, lo importante es que los padres sepan ver que su hijo está empezando a incubarlo y acudir a las mejores manos médicas en cuanto vean los primeros síntomas. “Aunque, evidentemente, los padres no pueden reconocer todas las sintomatologías del cuadro vírico, lo que sí pueden hacer es permanecer alerta a cualquier cambio en el estado anímico normal habitual del niño, así como a cualquier tipo de eccema o brote cutáneo inusual y a sus manifestaciones de dolor o picor continuados, prestando especial atención si se dan, además, acompañados de fiebre”, explica el Dr. Martínez.  “Sobre todo, deben fijarse, con sentido común, en la evolución de los primeros días, pues en muchos casos puede tratarse de virus que presentan infecciones muy breves, que el cuerpo resuelve fácilmente, y que pueden dar lugar a estados febriles de un día, que desaparecen al día siguiente”, añade el Dr. García-Sala.

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Han colaborado en la redacción de esta comunicación los siguientes expertos del cuadro de TOP de Top Doctors:

Dr. Jorge Martínez Pérez, Responsable del área de Pediatría en MIP Salud

Dr. Fernando García-Sala Viguer, Director de la Clínica Pediátrica García-Sala y Coordinador del Servicio Materno Infantil del Centro Milenium Sanitas de Valencia

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