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17 March 2015

El dolor de espalda, la causa detrás de las intervenciones de reducción de mamas, más que la influencia de celebridades o modas

El dolor de espalda postural es la causa detrás de la mayoría de las intervenciones de reducción de mamas en España, más que la influencia de algunas celebridades o de las tendencias de moda, si bien dicha influencia ha contribuido en los últimos años a que las mujeres con un pecho considerado “pequeño” según los cánones estéticos predominantes lo asuman con naturalidad.

Es el análisis de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE) respecto a un tipo de operación al que se someten 1 de cada 20 españolas que recurren a la cirugía plástica. En concreto, la reducción de mamas es la octava intervención estética más demanda por las mujeres en nuestro país, con un 4,8% del total, casi al mismo nivel que la rinoplastia (con un 5,7%) y por encima de una intervención tan conocida como el lifting facial (3%).

El Dr. César Casado, secretario general de la SECPRE, explica que, “frente a la creencia habitual de que el dolor de espalda de las mujeres con el pecho grande se debe al peso de éste, el motivo principal hay que buscarlo en las medidas posturales que adoptan para disimularlo, unas medidas de encorvamiento que son las que generan las molestias, sobre todo en las zonas cervical y dorsal alta. Si fuera por el peso, los hombres con una masa muscular elevada en los pectorales padecerían el mismo dolor”.

Además del dolor de espalda, otras razones por las que las mujeres se someten a una reducción mamaria son la aparición de eccemas o de intértrigo (inflamación de la piel en los pliegues de éste) en los surcos submamarios (la parte inferior del pecho, donde se junta con el comienzo del vientre), la excesiva presión y las marcas acusadas de los tirantes del sujetador en los hombros o las dificultades para la práctica de ejercicio físico.

Por todo ello, es frecuente que las pacientes lleguen a las consultas de los cirujanos plásticos derivadas por sus médicos de atención primaria o por otros especialistas como traumatólogos o reumatólogos. Existen, por otro lado, patologías como la denominada “hipertrofia mamaria virginal”, consistente en un crecimiento desproporcionado de una o ambas mamas en la pubertad o adolescencia, que, aunque benigna, hace recomendable una reducción.

En consecuencia, al ser de origen sanitario la mayoría de los motivos que llevan a las mujeres a este tipo de intervención, su reparto por franjas de edad resulta muy equilibrado y alcanza incluso a pacientes de más de 60 años, a diferencia de los aumentos de mama, que se concentran, sobre todo, en los tramos comprendidos entre los 18 y los 44 años.

Desde el punto de vista quirúrgico, las intervenciones de reducción mamaria conllevan la extirpación de partes de la glándula mamaria y de grasa y la recolocación del tejido sobrante. Van acompañadas mayoritariamente de intervenciones complementarias de elevación del pecho, cuyo objetivo es la reubicación de las areolas y los pezones. Su duración oscila entre las dos y las cuatro horas, dependiendo del volumen del tejido a extirpar, se efectúan con anestesia general y su postoperatorio es cómodo e indoloro al no afectar en ningún momento a los músculos pectorales.

“Por su condición de intervención quirúrgica -apunta el Dr. Cristino Suárez, presidente de la SECPRE-, las pacientes deben asegurarse de que la reducción mamaria se realice exclusivamente en un quirófano de un centro hospitalario o una clínica y de que el profesional que se la practique tenga la correspondiente titulación oficial de especialista en Cirugía Plástica, Reparadora y Estética, cuya obtención requiere, entre otras cosas, un periodo de residencia de cinco años”.



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