El
profesor Javier Aranceta, presidente del comité científico de la Sociedad
Española de Nutrición Comunitaria (SENC), ha impartido una ponencia sobre
hidratación y salud en el niño en el 28º congreso de la Sociedad Española de
Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap). En su intervención, auspiciada
por Solán de Cabras, ha recalcado que pese a que una hidratación adecuada es
fundamental en el niño, “a menudo se olvida este aspecto cuando nos referimos a
las recomendaciones nutricionales en la infancia”.
“El
pediatra, en su consulta, debería considerar y promover el mantenimiento de un
buen estado de hidratación como uno de los hábitos saludables de la población
infantil: a los niños, como parte de su educación nutricional, se les debería
enseñar cuánto y cómo beber de manera sana, dándoles la posibilidad de beber
agua a lo largo del día. Del mismo modo y tal como han recomendado las
sociedades médicas del ámbito infantil, los padres deberían tener en cuenta que
el agua y la leche son bebidas fundamentales en el niño y en el adolescente”,
ha recordado.
Entre
las ventajas que supone el consumo de agua en edad pediátrica, Aranceta ha
subrayado que, al no contener energía, puede aumentar la sensación de plenitud
y saciedad si se ingiere con las comidas, desplazando el consumo de otras
bebidas menos recomendables, como los zumos envasados, néctares, batidos y
refrescos carbonatados. Además, parece que produce una mayor termogénesis y
tiene una respuesta fisiológica renal adecuada, lo que podría contribuir a la
prevención del sobrepeso y de las alteraciones en el metabolismo de la glucosa.
El
75% del peso corporal del niño es agua
En
este sentido un aspecto fundamental que debe recordar el pediatra es que debe
mantenerse el balance acuoso, que se establece entre la ingesta de agua y las
pérdidas totales de agua, en las que se suman las pérdidas insensibles, la
excretada por heces y por el riñón y el agua que se precisa para formar nuevos
tejidos.
El
profesor Aranceta ha recalcado que el pediatra debe tener en cuenta que estas
pérdidas insensibles aumentan de manera considerable durante la
hiperventilación, la sudoración profusa, estados febriles o cuando se producen
condiciones ambientales de baja humedad y elevada temperatura. Otros
condicionantes que aumentan las necesidades hídricas son, la alimentación con
fórmula adaptada, la diarrea y los vómitos, los síndromes malabsortivos, la
enfermedad inflamatoria intestinal, la enfermedad aguda febril y los síndromes
endocrinológicos como la diabetes mellitus, diabetes insípida y síndrome
adrenocortical congénito, sin olvidar la actividad física intensa y los golpes
de calor.
Contenido
mineral del agua: mitos y realidades
El
aporte iónico del agua que consume el niño es fundamental con un equilibrio
suficiente entre la concentración de minerales y la calidad y cantidad del
agua.
“La
composición ideal del agua en el primer año de vida debe ser menor de 25 mg/l
de sodio en los seis primeros meses de vida e inferior a 50 mg/dl a partir de
entonces. En el caso del calcio, la cantidad recomendada es de entre 25-100
mg/l y en del flúor, menos de 0,3 mg/l en el primer año y menos de 1 mg/l el
resto de la infancia. En cuanto a los nitratos, se aconsejan menos de 25 mg/l. Solán
de Cabras cumple totalmente con estos parámetros siendo por lo tanto un agua
adecuada para el consumo habitual en niños. En menores de un año se recomienda el
uso de agua mineral natural para preparar los biberones, ya que no necesita ser
hervida gracias a su calidad original y a la ausencia de tratamientos químicos
y microbiológicos con efectos residuales. Hervir el agua de grifo puede ser una
alternativa, aunque si se hace durante 10 minutos la concentración de sodio
puede aumentar 2,5 veces y la de nitratos 2,4, con el riesgo consiguiente de
sobrepasar los límites de sodio recomendado y favorecer así la
metahemoglobinemia”, ha añadido el presidente del Comité Científico de la
SENC.
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