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18 October 2014

El Hospital Nisa abre una exposición de fotografía que recoge “El dolor en el Mundo”



Casi la totalidad de los dolores que se reflejan en la veintena de fotografías expuestas las provoca el hombre. El recibidor del Hospital sevillano se convierte en un testigo directo de las atrocidades que provocamos los humanos sobre nosotros mismos. Desde la ablación en África, hasta la prostitución infantil en Brasil. Desde las mujeres con las caras quemadas por ácido de Bangladesh hasta las atrocidades que provocaron las diversas invasiones de Irak en los más pequeños.
El fotoperidista Kim Manresa expone hasta el próximo 4 de noviembre 20 fotografías que reflejan el dolor en el mundo, producto de sus viajes. No sabe hablar inglés, no tiene carnet de conducir, no sabe nadar  pero ha visitado uno por uno todos los países de este mundo. Ha cruzado el Amazonas, el Nilo o el Misisipi. Y se ha entrevistado con todos los premios Nobel de literatura vivos. Sólo sabe hacer fotografías.
Pero su mirada le ha llevado a obtener 7 premios Fotopress, a que uno de sus reportajes (La ablación en África) esté considerado como uno de los 100 mejores reportajes del siglo XX o a que la UNESCO lo haya elegido como el fotógrafo que debe recoger de 100 países el patrimonio cultural inmaterial de la humanidad y guardarlo en un archivo antes de que se pierda.

Unidad del Dolor
Hace un año se puso en marcha la Unidad del Dolor en el Hospital Nisa Sevilla-Aljarafe bajo la dirección del doctor Miguel Ángel Merino, ante la necesidad de atender de forma más adecuada a una tipología de pacientes muy comunes en todos los hospitales. “El desconocimiento lleva a muchas personas que se levantan y acuestan cada día con dolor a resignarse por miedo a consumir fármacos que asocian a la adicción a las drogas”, reconoce el doctor Merino. Sin embargo, “distintos estudios evidencian el bajo nivel de adicción a los fármacos opioides;  entre uno y tres casos de cada 12.000”.
Las técnicas mínimamente invasivas, también denominadas de cuarto escalón, pueden ser un aliado de gran utilidad en este cometido de acabar con el dolor crónico de las personas. El avance en este terreno ha sido, según apunta el Dr. Merino, “espectacular”.
Y así, “mientras que la radiofrecuencia clásica lograba bloquear la función transmisora del dolor mediante la ablación  (la destrucción del nervio), lo que a la larga podía generar un dolor neuropático, hoy la radiofrecuencia pulsada permite una neuromodulación con un resultado menos lesivo para el nervio”.
El avance del resto de técnicas para el control del dolor -neuroestimuladores, bombas, iontoforesis, etc.- ha descrito una línea similar que las ha convertido en métodos “inteligentes” capaces de modular su acción y frecuencia en función de las necesidades de cada paciente y acabar con dolores de varios años de duración.

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