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24 October 2014

El 72% de los pacientes con hepatitis C sufre un trastorno de la personalidad

Según datos de la Subdirección General de Sanidad Penitenciaria (SGSP) alrededor del 22% de los reclusos en España está afectado por la hepatitis C. Asimismo, según datos de la SESP, en prisiones la prevalencia de pacientes con hepatitis C coinfectados con VIH  es del 40,5%, lo que supone un 10% de la población penitenciaria.  Estos son algunos de los datos difundidos hoy durante el Congreso de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria (SESP), que se está celebrando en Barcelona del 23 al 25 de octubre.

Se trata de unas cifras superiores a las de la población no privada de libertad, ya que prácticamente todas las enfermedades infecciosas tienen una prevalencia mayor entre los reclusos. Esto es debido principalmente a que se trata de una población marginal con un porcentaje elevado de usuarios de drogas por vía intravenosa, así como por otras vías también asociadas a la transmisión de enfermedades como la hepatitis C o el VIH.

Según afirma el Dr. Pablo Saiz de la Hoya Zamácola, de los servicios médicos del Centro Penitenciario Fontcalent de Alicante, “a excepción de Cataluña y el País Vasco -únicas CCAA a las que han transferido la sanidad penitenciaria a los departamentos de salud- y Extremadura -que desde hace poco tiempo tiene un acuerdo para que el tratamiento lo pague el Servicio Extremeño de Salud-, y debido a la crisis económica y a los recortes, en las prisiones está muy limitado el tratamiento con los fármacos de acción antiviral directa (AAD), que son los que en la mayoría de las ocasiones están indicados actualmente”.

La Subdirección General de Sanidad Penitenciaria (SGSP) no permite a los médicos de prisiones prescribir estos fármacos ya que son de uso hospitalario, por lo que los pacientes reclusos únicamente pueden ser tratados en Madrid, controlados por un solo hospital. “Además de la ingente lista de espera que esto ha provocado, muchos pacientes se niegan a ser trasladados lejos de sus familias y médico habitual, por lo que nunca recibirán el tratamiento adecuado. Ante esta situación nos hemos encontrado con un bloqueo de facto del tratamiento en las prisiones dependientes del Gobierno Central” declara el experto.

En este sentido, el Dr. Saiz de la Hoya señala que “se han reducido los tratamientos para la población reclusa con esta patología, por lo que se está rompiendo el principio de equidad, que hasta la aparición de los AAD, el tratamiento de la Hepatitis C en prisiones seguía los estándares de la población general”.

Con todo ello, el experto ha querido enfatizar que el correcto diagnóstico y tratamiento de la población penitenciaria en el tratamiento de las enfermedades infecciosas como la hepatitis C, beneficia no sólo a los pacientes y a la institución, disminuyendo la posibilidad de transmisión, sino a toda la población española, como ya se ha demostrado con el control de otras enfermedades como el VIH y la Tuberculosis.

Asimismo, en el marco de este congreso de Sanidad Penitenciaria se ha revelado que según el estudio PERSEO, que dentro de poco presentará la SESP, el 72% de los pacientes con hepatitis C sufre un trastorno de la personalidad (TP), entre los que predominan el trastorno de la personalidad  antisocial, en un 46%, y el borderline en un 30%.

“La población penitenciaria tiene una mayor prevalencia de TP porque el padecimiento de muchos de estos trastornos se relaciona con una mayor probabilidad de cometer delitos -comenta el Dr. Saiz de la Hoya- En el objetivo principal del Estudio PERSEO se pone de manifiesto que estos pacientes no necesitan intervenciones específicas, y que sus tasas de curación son, como mínimo, iguales a la población sin TP”.

El trastorno mental, la enfermedad más prevalente en los centros penitenciarios​
Asimismo, durante el X Congreso Nacional y XVII Jornadas de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria se ha afirmado que el trastorno mental es la enfermedad más prevalente en los centros penitenciarios.

En este sentido, según comenta el Dr. Vicens Tort Herrando, Coordinador de las Unidades Psiquiátricas de los  los centros  penitenciarios de Quatre  Camins y Hombres de Barcelona “en un estudio realizado por Arroyo y Ortega (2007) describieron que un 50 de las visitas de asistencia primaria eran debidas a trastornos mentales”.

Respecto a los diagnósticos de trastorno mental más frecuentes en las cárceles españolas el experto señala que son “la dependencia de sustancias, la ansiedad y la depresión, que en muchos casos se presentan de forma comórbida”.

En este sentido, afirma que es importante destacar que, “aunque en un menor porcentaje, se observa la presencia de trastorno psicótico con una prevalencia superior a la de la comunidad. Asimismo, recientemente está cobrando relevancia la detección de casos de trastorno por déficit de atención en el adulto en los centros penitenciarios de jóvenes y adultos”.

El Dr. Tort explica que “los casos leves de estas patologías pueden ser tratados por los equipos de asistencia primaria de los módulos penitenciarios, sin embargo, los casos más graves​ necesitan un abordaje con especialistas formados en el ámbito penitenciario y psiquiátrico. En situaciones de estabilidad se necesitarían módulos más flexibles donde se hiciera hincapié en los aspectos más rehabilitadores, y concretamente, los pacientes más graves necesitarían módulos específicos fuera del entorno penitenciario”. ​

Uno de los objetivos de los equipos de psiquiatría penitenciaria es reinsertar a los internos en la comunidad con la máxima seguridad para evitar recaídas y nuevos delitos, para lo que se deben tratar a estos pacientes de la forma más adecuada para que estén suficientemente estabilizados. “En algunos casos, esto puede ser relativamente costoso, pero si es efectivo mejorará la calidad de vida de estas personas, evitará su estigmatización y protegerá a la sociedad”, afirma el experto. 

En este sentido, un diagnóstico precoz de los tratamientos mentales haría que las intervenciones fueran más eficaces. “En ocasiones, un tiempo prolongado y regímenes de vida restrictivos pueden afectar a la salud mental del interno. Pero en personas con un estilo de vida muy errático y desorganizado la prisión es una oportunidad de tratamiento, ya que en la comunidad se encuentran en ámbitos muy marginales y no acceden a la red de servicios comunitarios sanitarios o sociales”, comenta el Dr. Tort.

Por ello, para mejorar la atención de la salud mental entre los internos, el doctor afirma que “debería haber un abordaje psiquiátrico preventivo que permitiese satisfacer las necesidades sanitarias de las personas. La coordinación entre servicios sociales, sanitarios y judiciales es muy importante para mejorar este abordaje y para asegurar la continuidad de cuidados tras la excarcelación”.
El experto afirma que “en los últimos años ha habido un creciente interés desde las Instituciones Penitenciarias en dar la mejor asistencia posible a los internos con trastornos mentales. Este interés no solo es una preocupación en España, sino también en el resto de Europa”.

No obstante, recalca “la importancia de prestar una especial atención a la población inmigrante y otros grupos vulnerables, como pueden ser los discapacitados intelectuales, ya que tienen dificultades para recibir una correcta atención debido a ciertas limitaciones (idiomáticas, de comprensión, sociales)”.

Para implementar estos cambios sería necesaria una formación continuada tanto de los servicios de salud de primaria como de los psiquiátricos especializados.


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