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28 September 2014

Las mujeres españolas se muestran favorables a participar en los programas de cribado para cáncer de mama, aunque su conocimiento de los riesgos y beneficios es bajo

Las mujeres españolas tienen un grado de conocimiento escaso sobre los programas de cribado mamográfico. Un estudio que se presenta en el Congreso de la Sociedad Europea de Oncología (ESMO) constata que menos del 10% de las mujeres está bien informada y obtiene una puntuación de 2,97 puntos en una escala de nivel de conocimiento de 0 a 10.

“Podríamos decir que las mujeres españolas suspenden en conocimientos sobre el programa de cribado mamográfico”, resume el doctor José Manuel Baena Cañada, del Servicio de Oncología Médica y Unidad de Patología Mamaria del Hospital Universitario Puerta del Mar de Cádiz, y principal autor de este estudio en el que han participado 434 mujeres.

Este estudio corrobora una “actitud positiva unánime hacia la mamografía”, que ya había sido descrita con anterioridad en otros trabajos, que se asocia con “la ausencia de conocimientos adecuados, sobre todo de sus daños potenciales”, explica el doctor Baena.

Existen variaciones entre países acerca del cribado mamográfico para el cáncer de mama. “Casi todos los sistemas de salud de los países occidentales recomiendan la mamografía de cribado, en general entre los 50 y 69 años, aunque hay mucha variabilidad en franja de edad y frecuencia. Las sociedades médicas también suelen tener una opinión unánime sobre la indicación de la mamografía y, en general, los radiólogos recomiendan una mamografía anual desde los 40. Sin embargo, otras instituciones médicas no opinan igual. Así, el Centro Cochrane –que realiza recomendaciones basadas en la evidencia científica- desaconseja la mamografía de cribado fuera del periodo 50 a 69 años por su relación riesgo-beneficio”, explica el doctor Baena.

Según los resultados del estudio que se presenta en el congreso de ESMO, la mayoría de las mujeres (91%) entiende el significado de una mamografía como prueba de cribado para el cáncer de mama, en el sentido de que se realiza cuando la mujer está sana. Sin embargo, la estimación por parte de las participantes del grado de beneficio que pueden obtener y los daños a que pueden verse expuestas evidencia que “valoran de manera distorsionada los beneficios y daños, seguramente por la dificultad de comprender el significado del sobrediagnóstico y de los falsos positivos”, explica.

En una situación ideal, antes de someterse a la mamografía las mujeres deberían conocer el grado de beneficio en mortalidad por cáncer de mama (20% de reducción, 1 vida salvada de 2000 mamografiadas durante 10 años), conocer que hay expertos que creen que no hay ningún beneficio en mortalidad, y saber los riesgos a los que se exponen (diagnóstico de falsos positivos con el impacto físico y psicológico consiguiente y diagnósticos de cánceres que nunca habrían dado la cara si la mujer no hubiera acudido a hacerse la mamografía). “En nuestro estudio solo el 10% de las mujeres reunían estos requisitos”, añade el doctor Baena.

Actualmente, el modo habitual de comunicar el programa de cribado y de proponer la participación a las mujeres es mediante el envío de material impreso informativo junto con la carta de invitación. “La situación ideal sería contar con personal cualificado en los programas de cribado que informase de modo personalizado a las potenciales usuarias, pero esto no parece factible y se propugna por un consentimiento informado por muestreo de la comunidad. Nuestro grupo ha diseñado un nuevo proyecto de investigación que estudiará este tema”, avanza el doctor Baena.

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