Zaragoza
ha acogido la vigésima edición del Curso Nacional de Trastornos del Movimiento,
en el que se han dado cita casi un centenar de neurólogos procedentes de toda
España, especializados en el tratamiento de Parkinson y otras enfermedades
relacionadas con trastornos del movimiento. Los objetivos del curso son compartir
con los especialistas las habilidades para el diagnóstico de estas patologías,
así como dar a conocer las últimas novedades terapéuticas.
Se
trata de un curso dirigido especialmente a neurólogos en formación y otros
especialistas como geriatras o internistas que atienden a pacientes con trastornos del movimiento. Este
curso, eminentemente interactivo y práctico e inaugurado por la Consejera de
Educación, Universidad, Cultura y Deportes de la Comunidad, Dolores Serrat, ha
sido galardonado como mejor actividad docente de la SEN (Sociedad Española de
Neurología).
Los pacientes con trastornos del movimiento
son pacientes con un menor movimiento respecto a cualquier persona que no
padezca ninguna de estas patologías (hipocinesia), o pacientes con un mayor
movimiento o un movimiento desordenado con respecto a la población general sana,
siendo el Parkinson el trastorno más frecuente.
Además, las enfermedades que cursan trastornos
del movimiento representan un elevado porcentaje dentro de los problemas neurológicos
en general (más de un 20%), como sucede con la enfermedad de Parkinson. En
general, se trata de patologías cuyo diagnóstico es eminentemente clínico, es
decir, no se detecta a través de pruebas de diagnóstico por imagen radiográfica
o análisis de laboratorio, por lo que el especialista necesita tener unas
determinadas habilidades para saber reconocer en un momento determinado el tipo
de movimiento al que se está enfrentando.
“En el caso de los especialistas en
enfermedad de Parkinson, no es lo mismo leer un trabajo científico en el que se
hable de que la enfermedad de Parkinson provoca hipocinesia, rigidez y temblor,
que verlo en uno o cuarenta enfermos, de ahí la importancia de este tipo de
cursos donde se ven casos reales de pacientes”, ha afirmado el doctor Luis Javier López Del Val, Profesor Asociado de la Facultad de Medicina
de Zaragoza y Coordinador de la Unidad de Trastornos del Movimiento del
Servicio de Neurología del Hospital Clínico Lozano Blesa, de Zaragoza.
Por
su parte, el doctor Gurutz Linazasoro,
Presidente Ejecutivo de la Fundación Inbiomed y Director Científico de la
Fundación CITA de San Sebastián, ha añadido “el principal valor de esta formación es la docencia, pero una docencia
muy práctica, utilizando un enfoque muy directo y preciso con multitud de casos
clínicos y videos. Es un material muy actualizado, de consumo inmediato y de
gran utilidad en la práctica clínica diaria. Todo ello aderezado con un
contacto muy cercano con expertos en trastornos del movimiento”.
El
Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa cuya sintomatología motora y no
motora se agrava con el paso de los años. En estados avanzados, concretamente,
el 10% de los pacientes diagnosticados, no responden adecuadamente a los fármacos
orales disponibles, aumentando la discapacidad y empeorando su calidad de vida.
En estos casos se hace necesario revisar las opciones terapéuticas disponibles.
Precisamente, durante la jornada, los expertos han abordado cómo conseguir que
los pacientes presenten menos efectos
secundarios derivados de la propia medicación, así como nuevos tipos de
tratamiento para los enfermos con párkinson avanzado (como la bomba de infusión
intestinal de levodopa/carbidopa).
Según
Linazasoro, “El Parkinson representa una amenaza para cualquier sistema
sociosanitario porque el número de enfermos se duplicará en 20 años y la
incapacidad que genera es muy costosa. Por
fortuna, las complicaciones motoras (discinesias, bloqueos motores, etc.)
pueden tratarse con infusiones duodenales de levodopa o con la implantación de
estimuladores cerebrales”.
Los
principales retos que tienen que afrontar los profesionales para el abordaje de
estos trastornos, desde el punto de vista del paciente, es lidiar con la incertidumbre
del diagnóstico al inicio de los síntomas y, después, la necesidad de aceptar y
asumir que se encuentra ante una enfermedad crónica y que no tiene cura, por lo
que es muy importante la labor de los profesionales para mejorar la calidad de
vida de los pacientes.
Por
otro lado, “los profesionales debemos
estudiar cada vez más, aprender y buscar nuevas formas para lograr un
diagnóstico precoz e iniciar el tratamiento adecuado lo antes posible; mientras,
desde el punto de vista terapéutico el reto está en conseguir fármacos que sean
definitivamente curativos.
Hoy día esto no es posible en
enfermedades como el párkinson ni otras de origen genético”, ha señalado López del Val.
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