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03 June 2013

LA PARÁLISIS CEREBRAL INFANTIL ES LA PRIMERA CAUSA DE DISCAPACIDAD EN LOS NIÑOS

 Tal y como asegura Javier Nieto, médico rehabilitador del Complejo Hospitalario de Salamanca, en el marco del 51º congreso nacional de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF), “la parálisis Cerebral Infantil (PCI) continúa siendo una patología frecuente en nuestro medio. No en vano, es la primera causa de discapacidad en la edad infantil, que conlleva una discapacidad tanto física, funcional como social, con su consiguiente elevado coste sociosanitario y económico. Al trastorno motor del movimiento y postura que causan limitaciones de la actividad ya de por sí, frecuentemente se asocian otros distintos trastornos”.



Su prevalencia oscila entre los 1-3 casos por cada 1000 nacidos vivos, según los distintos autores. Los avances en la asistencia obstétrica y perinatal han provocado un aumento de la prevalencia por la mayor supervivencia de neonatos de bajo peso, prematuros y el mayor número de gestaciones múltiples.



Explica el experto cómo “la PCI describe un grupo de trastornos del movimiento y la postura que causan limitaciones de la actividad. Ésta se atribuye a trastornos no progresivos que tienen lugar durante el desarrollo del cerebro fetal o infantil. Se trata por tanto de un problema sanitario de primer orden. Y su atención debe englobarse en un modelo de atención integral, basado en un conjunto de intervenciones dirigidas a la población infantil y su entorno, con el objetivo de responder a las necesidades de los niños con trastornos del desarrollo o riesgo de padecerlos, tanto desde el punto de vista sanitario como del punto de vista psicológico y social, para tratar de alcanzar el máximo grado de autonomía personal y de integración familiar, escolar y social”.



Javier Nieto recuerda que “el grado de discapacidad varía en función de la severidad de la PCI, así como su manifestación, varía a lo largo del desarrollo o crecimiento del niño, al intentar compensar las dificultades posturales y del movimiento. La PCI presenta distintas deformaciones o alteraciones ortopédicas en los miembros inferiores, siendo las más frecuentes el pie equino y la subluxación de cadera. Su prevención y tratamiento precoz son fundamentales”.





Tratamiento conservador: farmacológico, rehabilitador, toxina botulínica y ortesis.



Observa Francisca Gimeno, jefa del Servicio de rehabilitación  del centro piloto Arcángel San Gabriel ASPACE, Barcelona, que “cualquier intervención terapéutica en la parálisis cerebral (PC) debe partir de un enfoque integral desde varios  puntos de vista, focalizado en la persona con todas sus características, considerando todos los problemas motrices y ortopédicos que presenta, para centrarse después en los problemas concretos analíticos de las extremidades inferiores (EEII). Una vez diagnosticados las diferentes alteraciones, hay qyue plantearse qué se puede hacer, qué tratar y cómo hacerlo, siempre buscando unos objetivos concretos, realistas y realizables. Integral, por último, en cuanto al abordaje terapéutico, haciendo uso de los diferentes métodos y formas de tratamiento que existen y están aceptados actualmente.



A nivel de tratamiento farmacológico, “existen varios fármacos relajantes musculares pero, en general, no es el método terapéutico más específico de la PC. Tiene limitaciones en cuanto a efectividad y efectos secundarios. Respecto al tratamiento fisioterápico, existen varios métodos y formas de abordar los problemas motrices, casi todos con un razonamiento hipotético detrás. Siguiendo las recomendaciones de la Academia Americana de Parálisis Cerebral (AACPDM) es preciso utilizar el/los métodos con los que uno está familiarizado, tenga experiencia y pueda aplicarlo. No existen apenas evidencias de que un método sea superior a otro en cuanto a eficacia”, puntualiza.



“No hay duda”, añade, “que con unos objetivos claros y concretos, con una buena elección de los músculos diana y una buena técnica de administración, la toxina botulínica (TB) se ha revelado como una de las intervenciones terapéuticas más eficaces para el tratamiento local de la hiperactividad muscular patológica (espasticidad, distonia). Su uso está condicionado a la búsqueda de unos objetivos concretos: funcional, prevenir deformidades,  confort,  analgésico, cuidado e higiene, postquirúrgico…”


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