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09 April 2013

RESTRINGIR LA DIETA DE LA MUJER DURANTE EL EMBARAZO PONE EN RIESGO LA SALUD MENTAL DEL RECIÉN NACIDO


Como es costumbre, el bombardeo informativo y publicitario sobre un determinado producto empaña y camufla las virtudes y defectos del mismo. Tan es así, que a veces lleva a la confusión. Tal y como recuerda Javier Aizpiri, neuropsiquiatra y director médico de Instituto Burmuin, “en los últimos años, ese exceso informativo se ha centrado en los beneficios de la ingesta de Omega 3 de manera brutal. Y esto conlleva el riesgo de pensar que tales complementos son fruto del marketing agresivo. No es así”, asevera, en respuesta a un debate suscitado al respecto: ¿Es el Omega 3 una moda pasajera o un nutriente esencial?
Los ácidos grasos poliinsaturados se conocen como esenciales porque el cuerpo los necesita, pero no puede elaborarlos y debe obtenerlos de los alimentos. Hoy en día aquellos que atraen la atención mediática son los ácidos grasos omega 3, pero hay otros, como los omega 6 y los omega 9. ¿Qué son los omega 3? Aizpiri recuerda que “comprenden un gran número de ácidos grasos, tres de ellos fundamentales para la salud: el ácido icosapentaenoico (AIP) y el ácido docosahexaenoico (ADH), que obtenemos de los pescados grasos; así como el ácido Alfa-Linolénico (AAL), que proviene de fuentes vegetales”.
Al abrigo de esta información, la Organización Mundial de la Salud (OMS), anuncia que “el consumo de pescado es una excelente opción para disminuir la incidencia de infartos de miocardio y ACV (accidente cerebrovascular) al evitar la formación de coágulos sanguíneos”.

Javier Aizpiri llevan más de veinte años prescribiendo Omega 3 (DHA) “por sus enormes beneficios en el tratamiento de los trastornos del sistema nervioso central, lo que reduce de manera considerable los riesgos en campos como la depresión, el estrés postraumático, alzheimer, alteraciones de la memoria, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o deterioro cognitivo entre otros”.

“El cerebro está compuesto de más del 60% de ácidos grasos”, prosigue. “Así como las proteínas forman nuestros músculos y el calcio nuestros huesos. Las alteraciones que pueden generar la falta de ácidos grasos en las enfermedades del sistema nervioso, al afectar especialmente a la membrana cerebral, causan disfunciones en los pacientes”.

El neuropsiquiatra considera “cómo resulta necesario en los embarazos actuales que la madre se abastezca de los nutrientes necesarios para transmitir al feto esas que se llaman las grasas inteligentes del cerebro. No es un asunto a desdeñar. Hoy en día hay muchas mujeres que restringen su dieta al quedar embarazadas. Es un error. Y las consecuencias pueden ser severas, desde déficits de inteligencia en los niños hasta la constatación de que el lóbulo frontal va a madurar más lentamente. En esta carencia también se sitúa, en parte, el incremento de problemas de trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). No por nada, está estimado que esta patología representa entre el 20 % y el 40 % de las consultas en los servicios de psiquiatría infanto-juvenil”. 
Recuerda el especialista que “entre otras funciones del Omega-3 se destaca su intervención en la formación de las membranas de las células; conforman la mayor parte de los tejidos cerebrales siendo que las células nerviosas son ricas en ácidos grasos Omega-3; y se convierten en prostglandinas, sustancias con un papel importante en la regulación de los sistemas cardiovascular, inmunológico, digestivo, reproductivo y que tienen efectos antinflamatorios”.

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