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22 November 2012

LA ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL EN NIÑOS SE HA TRIPLICADO EN LOS ÚLTIMOS 14 AÑOS


El número de casos de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) se ha triplicado en los niños en los últimos 14 años. Así lo revela el registro Spirit (Spanish Pediatric IBD Retrospective study of Incidence Trends), promovido por la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (SEGHNP), y cuyos datos se han presentado en el marco del III Curso de Enfermedad Inflamatoria Intestinal Pediátrica, que esta sociedad ha organizado junto con el Grupo Español de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (GETECCU) y con la colaboración de la compañía farmacéutica Otsuka, en Barcelona.

De acuerdo con los datos del Spirit, entre los años 1996 al 2009 se ha pasado de 80 nuevos casos detectados al año a 227. En la actualidad, las estimaciones apuntan a 250 nuevos diagnósticos al año de esta enfermedad en niños, lo que representa la cuarta parte del global de EII que se produce en nuestro país. La EII agrupa a diferentes patologías, pero se refiere fundamentalmente a la enfermedad de Crohn y a la colitis ulcerosa.

Este registro sitúa la edad media de detección de la EII en los 12 años y apunta a una mayor frecuencia de la enfermedad de Crohn (55%) respecto a la colitis ulcerosa (37%). Asimismo, muestra diferencias en la incidencia entre las regiones con una mayor tasa en la mitad norte (Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Navarra, La Rioja, Aragón, Cataluña, Castilla-león y Madrid) respecto al centro-sur (Castilla-La Mancha, Extremadura, Comunidad Valenciana, Murcia, Andalucía, Baleares y la Islas Canarias), siendo Asturias, Navarra y Cataluña las comunidades donde se ha registrado el mayor incremento de número de casos. 

“Los datos de este registro”, comenta el doctor Javier Martín de Carpi, de la Unidad para el Cuidado Integral de la EII Pediátrica del Hospital Sant Joan de Déu, Barcelona, y coordinador de este III Curso de EII Pediátrica, “confirman las sospechas que teníamos del aumento de la EII en  nuestro país. Aunque los gastroenterólogos habíamos detectado ese incremento no disponíamos hasta ahora de datos epidemiológicos consistentes”.

En opinión de este experto, esta significativa prevalencia de la EII en los niños es consecuencia del estilo de vida occidental. Se desconoce la causa “y seguramente haya diversos factores desencadenantes, pero parece que el estilo de vida moderno podrían influir en niños genéticamente predispuestos desencadenando la aparición de la enfermedad”. Tal y como explica el doctor Fernando Gomollón, presidente de GETECCU, “conforme un país se desarrolla económicamente disminuye el contacto con parásitos; se transforma el tipo de bacterias que entran en nuestro intestino; se modifica la alimentación; consumimos más calorías y grasas; tomamos agua diferente, más limpia; sufrimos menos infecciones, sobre todo los niños; fumamos y llevamos una vida más sedentaria. Todos estos cambios influyen en la probabilidad de tener enfermedades como la EII”.

En nuestro país, según apunta el doctor Martín de Carpi, se está reproduciendo lo que sucedió a finales del siglo pasado en países del norte de Europa y Norteamérica con un incremento marcado de la EII asociado a los cambios intrínsecos que acompañan la industrialización y el desarrollo de las sociedades occidentales. Un problema del que tampoco se están librando otros países del área mediterránea.

Crecimiento y desarrollo
Como señala el doctor Gomollón, hay varios signos que deben alertar de la posible presencia de la EII: diarreas frecuentes con o sin fiebre y dolor abdominal a lo largo de los meses con pérdida o escasa ganancia de peso. “Todo ello se traduce en un empeoramiento progresivo del estado general con una disminución de la actividad física, lo que limita la posibilidad de cumplir con su ritmo de vida habitual; y un aspecto fundamental, es su efecto en el crecimiento y desarrollo. La EII repercute en los niños desde un punto de vista médico, personal y social”, subraya el doctor Martín de Carpi.

De ahí, que los expertos insistan en la importancia de la detección temprana “ya que cuanto antes se inicie el tratamiento adecuado menos sufrirá el niño y sus familiares y, probablemente, lograremos una evolución clínica mejor de la enfermedad a largo plazo”, indica el doctor Gomollón. 

En la actualidad, la EII no se puede curar, “pero disponemos de más posibilidades terapéuticas  y más experiencias que hacen posible que se pueda controlar de manera eficaz durante periodos prolongados, alargando cada vez más el tiempo de remisión e inactividad de la patología”, señala el Gomollón. Como se ha señalado en el III Curso de EII Pediátrica, el objetivo es controlar la enfermedad y minimizar las posibles consecuencias de la misma para que el niño lleve una vida lo más normalizada posible y alcance un crecimiento, desarrollo y maduración psicoafectiva de manera completa.

En los niños con un peor pronóstico, aquellos que responden peor al tratamiento, se dispone ya de evidencia práctica sobre la oportunidad que representan terapias innovadoras, no farmacológicas, como la aféresis de granulocitos.

Tal y como se comentó durante el curso, este tratamiento, que todavía no ha sido plenamente investigado en pacientes pediátricos, se está posicionando como una alternativa en niños con colitis ulcerosa que son dependientes a los corticoides, ya que permite disminuir la necesidad de estos medicamentos y minimizar así sus efectos adversos. España es uno de los países con una mayor experiencia en la aplicación de esta técnica que consiste en la adsorción selectiva de leucocitos (granulocitos y monocitos/macrófagos) de la sangre, es decir, de aquellas células más proinflamatorias.

Asimismo, durante esta reunión se ha puesto el énfasis en la importancia de las unidades multidisciplinares. “En la EII intervienen tanto factores físicos como médicos, educativos, sociales, psicológicos y familiares, aspectos que tienen que ser tratados y abordados de forma integral por equipos multidisciplinares que integren tanto al gastroenterólogo pediátrico como profesionales de salud mental, nutricionistas, trabadores sociales y cirujanos, entre otros”, señala el doctor Martín de Carpi.

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