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02 October 2012

Una correcta anticoagulación evitaría muchos casos de ictus


Alrededor de un millón de personas en España siguen una terapia anticoagulante oral en la actualidad; de ellas, cerca de 700.000 reciben tratamiento crónico. La llegada de los nuevos anticoagulantes orales para determinados perfiles de pacientes anticoagulados y la estandarización en la medición del tiempo de protrombina y su determinación mediante punción capilar para otro tipo de pacientes, permite un mejor control del riesgo de ictus y hemorragias.

Una de las enfermedades crónicas que suele requerir tratamiento anticoagulante es la fibrilación auricular, que es la arritmia cardiaca más común. De hecho, el 2% de la población europea padece esta patología (7 millones de personas). Asimismo, según datos del estudio “Ofrece”, el primer análisis nacional sobre su prevalencia, el 4% de los españoles mayores de 40 años están afectados. En total, en nuestro país hay cerca de 900.000 pacientes con fibrilación auricular. La prevalencia aumenta progresivamente con la edad (0,55% de los adultos menores de 55 años; 9% de los adultos mayores de 80). El 70% de los pacientes con fibrilación auricular tiene más de 65 años.

La fibrilación auricular también es la arritmia cardiaca sostenida de mayor prevalencia en la práctica diaria de los servicios de urgencias, “siendo responsable del 3,6% de las urgencias generales de nuestro país, del 10% de los ingresos en el área médica y presenta una incidencia y prevalencia crecientes debido a múltiples factores”, según datos del recién actualizado documento de consenso “Manejo de los pacientes con fibrilación auricular en los servicios de urgencias”, elaborado por la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES).

Los ictus constituyen una de las principales consecuencias negativas del mal control de la anticoagulación en los pacientes con fibrilación auricular. El ictus cardioembólico representa el 20% de los infartos cerebrales y tiene el doble de mortalidad que el resto, además de ser un 20% más grave y un 60% más discapacitante. Los ictus asociados a la fibrilación auricular se producen por la acumulación y coagulación de la sangre, ya que el corazón puede llegar a latir hasta 600 veces por minuto, cuando lo habitual es entre 60 y 100. El coágulo se desprende y viaja por el torrente sanguíneo hasta llegar al cerebro y producir un ictus. Según datos del documento de consenso, la fibrilación auricular aumenta el riesgo de ictus en una proporción de 5 a 1 respecto a la población general.

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