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02 October 2012

La lucha contra la obesidad: hábitos saludables y novedosas técnicas invasivas


Los problemas de obesidad y sobrepeso se han configurado durante la última década como una de las principales preocupaciones a las que deben hacer frente las sociedades modernas. Sin ir más lejos, cada año se realizan en nuestro país cerca de 5.000 operaciones de obesidad mórbida, siendo ya la cuarta nación europea con más niños obesos y el tercer país desarrollado con una tasa más elevada en este campo, sólo por detrás de Estados Unidos y Gran Bretaña.

Ante esta perspectiva general, muchas veces se aportan soluciones radicales alejadas de los adecuados criterios médicos para combatir el problema. En este contexto, el Instituto de Obesidad recomienda, en primer lugar, apostar por una óptima adaptación a hábitos alimenticios saludables, que faciliten mantener un peso correcto, y que se encuentren acompañados de una práctica deportiva proporcional. Para ello, pone a disposición de su pacientes un completo equipo multidisciplinar que incorpora psicólogos, nutricionistas, endocrinos y digestólogos.

A la hora de adoptar una u otra dieta, cabe señalar que no existen alimentos prohibidos, sino que es la ingesta abusiva y reiterada de algunos de ellos lo que termina derivando en problemas de sobrepeso u obesidad. No obstante, resultan más recomendables aquellos alimentos ricos en fibra, hortalizas, verduras, frutas, pescados o carnes blancas, fundamentalmente si se cocinan de manera que no se añada más contenido calórico. Por el contrario, los alimentos que más calorías contienen son aquellos ricos en carbohidratos de absorción rápida y en grasas, especialmente de origen animal, resultando necesario prescindir de los mismos en la medida de lo posible, hecho que no implica su completa eliminación.

Asimismo, la mejora en la alimentación debe ir unida, también, a una adecuada actividad física. No en vano, el último informe sobre Riesgos de Salud a nivel Global, publicado en el año 2009, sitúa la falta de actividad física como el cuarto factor entre los causantes de muertes, sólo superado por el tabaquismo, la hipertensión arterial y el propio exceso de peso. Este mismo estudio registra la inactividad física en sexto lugar al enumerar los factores causantes de pérdida de años de salud.

Cifras que adquieren un cariz todavía más preocupante si el estudio se completa con una visión general de los hábitos deportivos de la población española. Así, y según la última Encuesta Nacional de Salud, el 60% de la población adulta española es sedentaria, mientras que el 60% de los menores de 15 años no realizaron actividad física ningún día en la semana previa a ser preguntados.

No realizar suficiente actividad física es perjudicial porque el organismo humano está diseñado para moverse, y cuando no se utilizan los diferentes sistemas corporales nuestro cuerpo se atrofia y enferma. Para contrarrestar dichos efectos puede bastar con caminar diariamente durante media hora, aunque en muchos otros casos será aconsejable la opinión de un especialista que complemente la actividad física con una correcta alimentación.

Todos estos factores se agravan, si cabe, entre la población infantil. Así, en España, uno de cada cinco menores (19%) padece obesidad, superando por primera vez nuestro país los índices registrados en Estados Unidos (16%), y situándose como la primera nación europea en número de casos de menores con sobrepeso y obesidad infantil.

En cualquiera de los casos descritos, tanto en la población infantil como entre los adultos, conviene ser pacientes y pensar a medio y largo plazo a la hora de reducir peso. Para ello, y en función de la gravedad del problema, el Instituto de Obesidad ofrece distintas técnicas invasivas, que se configuran como una opción válida para estructurar la recuperación en el tiempo. Entre ellas destacan, principalmente, el balón intragástrico, el POSE (Primary Obesity Surgery Endolumeneal), la banda gástrica, la gastroplastia tubular o la plicatura tubular.

El POSE se configura como un novedosa técnica que permite, a nivel estético, hacer del todo imperceptibles las marcas quirúrgicas de la intervención, al tiempo que logra reducir el período de hospitalización a un solo día –o ambulatoria- y el de recuperación a una mínima franja que se mueve entre una y dos jornadas. Con este método se accede al estómago por vía endoscópica a través de la boca, empleándose un tubo elástico prolongable que comunica fácilmente el esófago con el estómago. Una vez en el estómago, la punta del tubo puede girar y anclarse proporcionando una plataforma operable muy estable. La punta tiene cuatro agujeros con diferentes funciones encaminadas a pinzar el tejido del estómago y lograr hacer pliegues.

De este modo, se conforma un procedimiento mínimamente invasivo que confiere una mejor recuperación, disminuyendo los riesgos de infección y otro tipo de complicaciones. La técnica resulta tan eficaz como una cirugía pero tan segura y poco invasiva como una endoscopia, lográndose, también, la ausencia de dolor, incisiones y cicatrices; la ausencia de náuseas y vómitos; y el menor riesgo de complicaciones postoperatorias. Las disminuciones de peso llegan a alcanzar los cuatro kilos al mes al principio, pudiendo obtenerse pérdidas cercanas a los 20 kilogramos tras el primer año después de la intervención.

El balón intragástrico ha evolucionado hacia el Balón Ajustable Spatz  (BAS), primero del mundo que ha obtenido el correspondiente permiso de las autoridades sanitarias para prolongar el periodo de implantación hasta los 12 meses, triplicando en tiempo de permanencia en el estómago a su antecesor -3/4 meses-. En este sentido, conviene recordar que los estudios clínicos demuestran que, a partir de los 3-4 meses de colocación, la sensación de saciedad disminuye drásticamente, haciéndosele muy difícil al paciente continuar con la pérdida de peso. La mayor permanencia en el estómago facilita una disminución de peso que puede alcanzar los 37 kilogramos a los doce meses de su aplicación.

La banda gástrica, por su parte, se define como una pequeña tira de silicona alrededor del estómago que reduce la capacidad del mismo hasta un tamaño de entre 25 y 30 centímetros. Actualmente es uno de los tratamientos más aplicados del mundo para tratar la obesidad mórbida gracias a sus indudables beneficios, entre los que resalta una pérdida aproximada, a lo largo de unos dos años, de un 70% del exceso de peso. De esta manera, se disminuyen los riesgos globales para la salud que entraña la obesidad: hipertensión arterial, colesterol y triglicéridos, diabetes.

El marcapasos gástrico no es una realidad contrastada en el momento actual, y su aplicación es muy restringida a estudios piloto. Por su parte, la gastroplastia tubular permite reducir el estómago mediante cirugía laparoscópica por una sola incisión en el ombligo (puerto único). La principal ventaja que ofrece frente a otras intervenciones, como el balón intragástrico o la banda gástrica descritos anteriormente, es su carácter definitivo, ya que el paciente ‘se cura’ con una sola intervención en más del 90% de los casos. De este modo, se evita tener que volver a actuar para retirar la banda o el balón, con el posible riesgo de efecto rebote que esto puede tener para el paciente si no está bien controlado.

Por último, el bypass gástrico es una técnica combinada de restricción y malabsorción, que tiene alto riesgo de complicaciones y se reserva para pacientes con diabetes u obesidad extrema.  

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