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04 July 2012

Las plataformas genéticas en cáncer de mama y riesgo cardiovascular, coste-efectivas para el SNS

“Las plataformas genéticas representan un nuevo enfoque en medicina con una indiscutible proyección de futuro”. Esta ha sido la afirmación con la que Fernando García Alonso, director científico de Ferrer, ha iniciado su intervención en el curso de verano de la Universidad Complutense “Medicina personalizada: aplicaciones prácticas”.

La jornada de hoy ha estado especialmente dirigida a gestores sanitarios. Por ello, la conferencia de Fernando García Alonso se ha centrado en los retos clínicos, regulatorios y de financiación asociados a la Farmacogenética. “Mientras en los años 60 los sistemas sanitarios tenían un enfoque curativo, las plataformas genéticas apuntan a un enfoque predictivo y preventivo. Partimos de la base de que los clínicos actuales no han recibido formación en genómica y proteómica, y esto supone una dificultad en el entendimiento e internalización del uso de biomarcadores y plataformas genéticas. Además —continuó García Alonso— las autoridades sanitarias y las agencias de evaluación se enfrentan a la complejidad de evaluar, aprobar y financiar la combinación de un biomarcador y un fármaco, así como las plataformas genéticas”.

Desde el punto de vista clínico, la información objetiva que ofrecen las plataformas genéticas, en términos de discriminación de efectividad por subgrupos de pacientes, representa, en opinión del director científico de Ferrer, una “cierta restricción a la libertad en la práctica clínica habitual y esto puede provocar resistencias”. “La estratificación de los pacientes que se puede conseguir, permite, sin embargo, identificar mejor a aquellos que precisan tratamiento y que pueden beneficiarse del mismo”, concluyó el Dr. García Alonso.

El segundo de los temas abordados hoy ha sido el impacto económico de las nuevas tecnologías diagnósticas en un entorno de recortes sanitarios. Según Antonio Ramírez de Arellano, especialista en Economía de la Salud y doctor (PhD) por la Universidad de York (Reino Unido), en la actualidad, no podemos hablar de medicina personalizada propiamente dicha.

Medicina segmentada

“Actualmente, nos encontramos en la fase de medicina estratificada o segmentada. Con el uso de biomarcadores y/o plataformas genéticas es posible discriminar a los pacientes en subgrupos en función de diferentes niveles de efectividad de una terapia farmacológica (estratificación de enfermedades) o discriminar a los pacientes por su probabilidad de experimentar efectos adversos (estratificación de pacientes)”, explicó Ramírez de Arellano.

En palabras de este especialista en Economía de la Salud, los resultados hasta la fecha, en términos de coste efectividad, de la combinación biomarcador y fármaco, no son favorables, principalmente, por el hecho de falta de madurez de los mismos, lo que supone un precio por determinación o por biomarcador relativamente alto. Como consecuencia, los ratios de coste-efectividad incremental superan los umbrales de financiación establecidos por las agencias de evaluación.

Sin embargo, afirma que, el caso de las plataformas genéticas en cáncer de mama en estados iniciales representan una excepción. “Los resultados publicados de análisis coste-efectividad con plataformas genéticas en cáncer de mama muestran que descartar la prescripción de quimioterapia convencional a aquellas pacientes de bajo riesgo de metástasis derivado del perfil genético implica ahorros potenciales al sistema sanitario e impacto positivo en la calidad de vida de las pacientes. Las comparaciones de MammaPrint frente a criterios clínicos de decisión muestran resultados coste-efectividad que implican ahorros al sistema sanitario”, apuntó.

Por otro lado —subrayó Ramírez de Arellano— las plataformas genéticas en el ámbito cardiovascular “apuntan a identificar de forma más precisa individuos de alto riesgo de sufrir eventos cardiovasculares”. Las ecuaciones convencionales de riesgo cardiovascular (ej. Framingham-USA, REGICOR-España) distribuyen a los sujetos en tres categorías de riesgo: bajo, intermedio y alto. Sin embargo, existe evidencia empírica de que el 53% de los infartos de miocardio se producen en el grupo de riesgo intermedio. “Esto sugiere que hay un porcentaje de individuos de riesgo intermedio incorrectamente clasificados, y si se aplicará un análisis de perfil genético se reclasificarían a riego alto”, señaló.

La plataforma genética Cardio inCode está avalada por un estudio de validación de 5.888 pacientes de dos cohortes (Framingham y REGICOR) en un horizonte temporal de 10 años. El estudio de validación ha sido publicado en la revista científica Atherosclerosis. Posteriormente, se ha llevado a cabo un análisis de evaluación económica para identificar si el coste del screening genético para el subgrupo de pacientes de bajo riesgo resulta coste-efectivo y, en consecuencia, susceptible de financiación pública en el sistema sanitario español.

Si se analiza el coste extra del screening genético frente a la reducción de eventos cardiovasculares y muertes que éste produciría, “los resultados muestran unos ratios coste-efectividad incremental muy por debajo de los umbrales de financiación utilizados por las agencias de evaluación, por lo que es perfectamente asumible por el sistema”, concluyó Antonio Ramírez de Arellano.

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