En gestión sanitaria importa más la implicación profesional que la forma organizativa elegida. Ésta es una de las conclusiones extraídas de las Jornadas de la Cátedra UPF-SEMG-Grünenthal de Medicina de Familia y Economía de la Salud, celebrada este pasado viernes en Barcelona, con la colaboración del Centro de Investigación en Economía y Salud, CRES.
Para el economista Vicente Ortún, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la U. Pompeu Fabra, miembro del consejo de gobierno del Centro de Investigación en Economía y Salud, CRES, y director de esta Cátedra, "en economía de la salud se comprueba que más que la propia forma organizativa importa la competencia: una competencia no de mercado sino por comparación, vigilando el mantenimiento de la calidad". Y se quiere asegurar la del Sistema Nacional de Salud -añadió- será necesaria "una reencarnación de la Atención Primaria" que permita potenciar sus características intrínsecas: influir en los estilos de vida, tener una visión global del paciente, aumentar el valor predictivo positivo del segundo nivel, coordinar e integrar la atención, manejar los ajustes presupuestarios y también posibilitar la sostenibilidad y la deseabilidad de la componente sanitaria del estado del bienestar".
Pero ¿cómo fortalecer realmente el primer nivel asistencial? A juicio del presidente de la Asociación Internacional de Economía de la Salud, Guillem López Casasnovas, cuando el escenario macroeconómico es malo y la efectividad en la práctica clínica baja, "se impone la necesidad de priorizar, y en este marco ello supone descentralizar, dotar de mayor responsabilidad al proveedor e involucrar al profesional, porque es el médico el mejor posicionado para visualizar consumos poco efectivos".
Para el economista Vicente Ortún, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la U. Pompeu Fabra, miembro del consejo de gobierno del Centro de Investigación en Economía y Salud, CRES, y director de esta Cátedra, "en economía de la salud se comprueba que más que la propia forma organizativa importa la competencia: una competencia no de mercado sino por comparación, vigilando el mantenimiento de la calidad". Y se quiere asegurar la del Sistema Nacional de Salud -añadió- será necesaria "una reencarnación de la Atención Primaria" que permita potenciar sus características intrínsecas: influir en los estilos de vida, tener una visión global del paciente, aumentar el valor predictivo positivo del segundo nivel, coordinar e integrar la atención, manejar los ajustes presupuestarios y también posibilitar la sostenibilidad y la deseabilidad de la componente sanitaria del estado del bienestar".
Pero ¿cómo fortalecer realmente el primer nivel asistencial? A juicio del presidente de la Asociación Internacional de Economía de la Salud, Guillem López Casasnovas, cuando el escenario macroeconómico es malo y la efectividad en la práctica clínica baja, "se impone la necesidad de priorizar, y en este marco ello supone descentralizar, dotar de mayor responsabilidad al proveedor e involucrar al profesional, porque es el médico el mejor posicionado para visualizar consumos poco efectivos".
-Organización y posibilidades
En esta línea, Francisco Hernansanz, médico general y subdirector de la Cátedra, refiere que las tres formas organizativas: entidades de base asociativa, consorcios sanitarios y el modelo de autogestión del general practitioner inglés, coinciden en sus posibilidades: rápida adaptación a nuevas necesidades y retos; poder comprar producto intermedio; ingresos adicionales; uso más eficiente de recursos y mayor satisfacción, tanto del profesional como del paciente.
Una conclusión final es que la Atención Primaria debe conseguir aumentar su capacidad resolutiva, con financiación capitativa, mayor autonomía y competencia, para lo cual es necesario un mayor protagonismo de este colectivo en el grado universitario.
En esta línea, Francisco Hernansanz, médico general y subdirector de la Cátedra, refiere que las tres formas organizativas: entidades de base asociativa, consorcios sanitarios y el modelo de autogestión del general practitioner inglés, coinciden en sus posibilidades: rápida adaptación a nuevas necesidades y retos; poder comprar producto intermedio; ingresos adicionales; uso más eficiente de recursos y mayor satisfacción, tanto del profesional como del paciente.
Una conclusión final es que la Atención Primaria debe conseguir aumentar su capacidad resolutiva, con financiación capitativa, mayor autonomía y competencia, para lo cual es necesario un mayor protagonismo de este colectivo en el grado universitario.
**Publicado en "ACTA SANITARIA"
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