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01 December 2011

La mortalidad por rotura de aneurisma de aorta llega hasta al 80%‏ de los casos

Quizá muchos no lo sepan, pero Albert Einstein murió el 18 de abril de 1955 en Princeton, Nueva Jersey, EE. UU., como consecuencia de una rotura de un aneurisma de aorta abdominal (AAA). Éste es solo un ejemplo de una patología tan desconocida como frecuente. “Al contrario de lo que sucede con las isquemias, en las que los vasos sanguíneos se estrechan, en los aneurismas sucede, en cierto modo, lo contrario: las arterias se van dilatando hasta que llega un momento en el que se rompen y se produce una peligrosa hemorragia interna”, ha expuesto Jordi Maeso Lebrun, jefe clínico del servicio de Angiología, Cirugía Vascular y Endovascular del Hospital Universitari Vall d’Hebron de Barcelona, con motivo de su participación en el II Simposio Internacional de Cirugía Endovascular, que comienza hoy en Madrid.

El aneurisma de la aorta abdominal (AAA) “es una dilatación de la aorta abdominal mayor de 3 cm. Afecta a más del 5% de los varones mayores de 65 años y acostumbra a no presentar síntomas” ha indicado el experto. Su complicación más frecuente, y en muchas ocasiones, la primera manifestación clínica, “es la ruptura de la arteria, lo que da como resultado una mortalidad entre el 50 y 80% de los casos”.

Se ha observado que “la tasa de rotura de los aneurismas es dependiente del tamaño de los mismos. Cuanto más grande es el aneurisma, más alta es la tasa de rotura”. Estos datos “hacen evidente la necesidad de detectar y tratar de los AAA antes de su ruptura, siendo en general aceptado que deben tratarse los AAA mayores de 5 cm de diámetro” ha explicado el Dr. Maeso.

El tratamiento tradicional del aneurisma ha sido, hasta ahora, la cirugía abierta, “con la sustitución de la aorta abdominal mediante un injerto, en muchos casos”.

El Dr. Maeso, que a su vez es vicepresidente del Capítulo de Cirugía Endovascular, ha continuado explicando que el aneurisma de aorta abdominal “es una patología cuya prevalencia aumenta con la edad y cada vez será mayor el número de pacientes octogenarios con AAA que necesiten tratamiento. La edad avanzada, generalmente, se asocia a un aumento de la patología asociada que incrementa el riesgo de cualquier procedimiento terapéutico”.

Por ello, las nuevas técnicas de tratamiento endovascular del AAA, “consistentes en la colocación de una prótesis endovascular en el saco aneurismático, fijándose dicha prótesis en un sector sano de la aorta, están revolucionando el tratamiento de esta patología, ya que beneficia al paciente desde todos los puntos de vista”. El experto ha recordado que “los buenos resultados obtenidos con las prótesis de última generación han conducido a un incremento de las indicaciones del tratamiento endovascular en relación a la cirugía abierta, ampliando así el número de casos tratados”.

La prótesis endovascular para el tratamiento de los AAA está formada por un esqueleto metálico, que “en la actualidad, ya se realiza incluso con agujeros para la entrada del flujo sanguíneo a las ramas viscerales, lo que permite el tratamiento de pacientes que no pueden ser tratados con las endoprótesis estándar”.

Antes de la operación, es esencial realizar una adecuada selección del paciente. Además, “se debe medir en un TAC las diferentes partes del aneurisma, lo que permite al cirujano endovascular escoger el tipo y medida de la prótesis adecuada a la morfología de cada caso”.

El procedimiento se realiza en un quirófano “con un equipamiento radiológico para realizar la liberación del dispositivo (endoprótesis) bajo control de rayos X. Tras la operación, “se debe realizar un correcto control del posoperatorio, que hasta ahora se ha hecho tradicionalmente con TAC, aunque también se está empezando a emplear la ecografía doppler. Las revisiones se hacen en el postoperatorio inmediato, a los 6 meses, al año y, posteriormente, una vez al año”.

El Dr. Maeso ha concluido señalando que el empleo de técnicas endovasculares en el tratamiento de pacientes con aneurisma de aorta abdominal, permite al paciente disfrutar de una cirugía mínimamente invasiva, en la que todo se realiza a través de una pequeña punción en la ingle, sin lesionar otros tejidos adyacentes y con un tiempo de convalecencias y recuperación extraordinariamente cortos”.

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