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17 October 2011

La prevalencia de la gota aumenta en relación a los hábitos dietéticos inadecuados y al aumento de enfermedades asociadas

La prevalencia de la gota está creciendo en los países de nuestro entorno, debido a factores como los malos hábitos alimenticios y la aparición de otras enfermedades asociada a la mayor longevidad de la población. Es una de las conclusiones de la mesa Avances en el tratamiento de la gota en pacientes con insuficiencia renal, dentro del XLI Congreso Nacional de la Sociedad Española de Nefrología. Esta enfermedad reumática, que cursa con dolor e inflamación en las articulaciones, afecta a alrededor del 1% de la población adulta, pudiendo llegar al 6% en hombres mayores de 70 años, según un reciente estudio realizado en Estados Unidos y publicado en la revista Arthritis and Rheumatism.
La gota es una de las enfermedades más antiguas de las que se tiene constancia y su prevalencia ha crecido en la última década, debido a "la falta de ejercicio, la mala alimentación, el crecimiento de la obesidad y el sedentarismo, así como la ingesta excesiva de alcohol", según el doctor José Luño, jefe del Servicio de Nefrología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, moderador de la mesa. La gota suele aparecer a partir de los 35 años, pero "los malos hábitos dietéticos observados en los jóvenes, como está pasando en países occidentales, aumentan el riesgo de contraerla", añade el doctor Fernando Pérez, del Servicio de Reumatología del Hospital de Cruces, en Baracaldo. También influyen en su incremento el envejecimiento de la población y el empleo de medicamentos diuréticos, que elevan los niveles de ácido úrico.
La gota consiste en una reacción inflamatoria brusca e intensa por lo general en el dedo gordo del pie, aunque también puede presentarse en el resto del pie, el tobillo, las rodillas y menos frecuentemente los miembros superiores, explica el doctor Pérez. Está originada por una alta concentración de urato, que se origina en el organismo al descomponer las purinas, un compuesto de las nucleoproteínas. "Los alimentos que pueden aumentar el ácido úrico son, en general, todos los ricos en proteínas, "en especial carnes rojas y vísceras, pero también hortalizas como espárragos, guisantes, tomates, espinacas; y legumbres como las lentejas, por su alto contenido en purinas", explica la doctora Marian Goicoechea, del Servicio de Nefrología del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid.
El urato está disuelto en la sangre y es eliminado a través de la orina y las heces. Cuando los niveles de ácido úrico son muy altos (hiperuricemia) de forma prolongada en el tiempo, ya sea por un aumento en su producción o disminución en la excrección, se deposita en forma de cristales de urato monosódico en las articulaciones y se producen los ataques de gota. Tras la primera crisis de gota, la mayor parte de los pacientes padecerán otras crisis antes de un año. Entre las complicaciones de la gota a largo plazo se encuentran las lesiones en los huesos y las articulaciones y la aparición de bultos en la piel y las articulaciones, llamados tofos. La hiperuricemia también se asocia a mayor riesgo de cálculos renales.
Durante el congreso se presentan los resultados del primer tratamiento en 40 años para la hiperuricemia crónica en la gota, que se acaba de aprobar en España, febuxostat. Este fármaco está indicado en el tratamiento de la hiperuricemia crónica en situaciones en las que ya se ha producido depósito de urato, incluyendo los síntomas o la presencia de tofos y/o artritis gotosa. Además ha demostrado en diversos estudios que es capaz de reducir y mantener los niveles de uricemia por debajo de 6,0 mg/dl en un alto porcentaje de los pacientes, que es el objetivo marcado por la EULAR ( Liga Europea frente al Reumatismo). La reducción sostenida de los niveles de urato sérico se asocia a una eliminación casi completa de las crisis gotosas, así como a una elevada tasa de reducción de tofos.
Otra de las aportaciones de este tratamiento es su seguridad, según el doctor Luño: ""Se trata de un fármaco muy eficaz, bien tolerado que además de reducir los niveles de ácido úrico pudiera tener efectos positivos sobre los pacientes con insuficiencia renal. De hecho en un reciente estudio que hemos liderado con la doctora Goicoechea y recientemente publicado en la revista de la Sociedad Americana de Nefrología, la intervención para reducir los niveles de ácido úrico en pacientes con enfermedad renal crónica se acompaña de una menor progresión de la enfermedad renal".

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