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17 October 2011

EN LOS ENFERMOS CON TRASPLANTE RENAL ES FUNDAMENTAL MEJORAR EL PERFIL DE RIESGO CARDIOVASCULAR

Las enfermedades renales están directamente relacionadas con las enfermedades cardiovasculares. De este modo, los factores de riesgo cardiovasculares clásicos (diabetes, hipertensión arterial, obesidad, colesterol, tabaco, etc.) son también factores de riesgo para los enfermos renales.
La relación entre el riñón y el corazón es fundamental, ya que la enfermedad renal forma parte de la cardiovascular y viceversa. La Enfermedad Renal Crónica (ERC) es un factor de riesgo más para los pacientes cardiacos con insuficiencia cardiaca, enfermedad coronaria, infarto agudo, etc. Del mismo modo, está comprobado que el enfermo renal tiene en un 95% de los casos HTA, en un 85% afectación cardiaca y el 53% mueren con ERC.
Según el Dr. José María Morales, nefrólogo del Hospital 12 de Octubre de Madrid, "la enfermedad cardiovascular, más concretamente la enfermedad coronaria, es la primera causa de muerte de nuestros pacientes. Por lo tanto, en los enfermos con trasplante renal es fundamental mejorar el perfil de riesgo cardiovascular".
A pesar de que se ha logrado optimizar la supervivencia del trasplante renal a corto plazo, mejorando la técnica quirúrgica y con la aparición de nuevos fármacos inmunosupresores, la supervivencia a largo plazo del riñón trasplantado no ha mejorado sustancialmente, debido, entre otros factores, a la tasa de mortalidad cardiovascular del paciente trasplantado renal.
"Los factores de riesgo cardiovascular clásicos (HTA, hiperlemia, diabetes y obesidad), potenciado por algunos aspectos específicos del trasplante renal (la situación de insuficiencia renal y el uso de fármacos inmunosupresores), son los verdaderos responsables de que el paciente trasplantado renal sufra eventos cardiovasculares que amenacen su vida", señala el Dr. Morales.
Asimismo, "los resultados del trasplante renal han mejorado en los últimos años en España, siendo la nefropatía crónica del injerto y la muerte del paciente con trasplante funcionante las dos principales causas de perdida del injerto".
Por todo ello, "la intervención precoz (antes del trasplante) y un enfoque médico global del paciente trasplantado son las armas idóneas para mejorar la calidad de vida y disminuir la mortalidad de origen cardiovascular en este enfermo", subraya.

-Protocolo inmunosupresor
El objetivo fundamental del tratamiento inmunosupresor actualmente utilizado es prevenir el rechazo del injerto tratando de evitar, al mismo tiempo, la morbilidad infecciosa y neoplásica relacionada con la sobre inmunosupresión.
El protocolo inmunosupresor más utilizado consiste en triple terapia con esteroides, tacrolimus (tacrolimus de liberación retardada) y micofenolato mofetil/acido micofenolico. Según el Dr. Morales, "la eficacia de esta combinación es excelente si bien los pacientes pueden presentar en mayor o menor medida diabetes de novo, hiperlipidemia e hipertensión arterial (HTA)".
La retirada de esteroides y el ajuste de los niveles de tacrolimus mejoran estas complicaciones. Los inhibidores m-TOR mejoran la función renal pero inducen hiperlipidemias, si bien no esta demostrado que favorezca el desarrollo de enfermedad coronaria.
En este sentido, en los pacientes con trasplante cardiaco se utilizan con éxito ya que disminuyen la enfermedad vascular del injerto. "Belatacept es un nuevo fármaco inmunosupresor, inhibidor de la vía coestimuladora, que ha mostrado similar eficacia que regimenes basados en CyA. Además no tiene efecto nefrotoxico ni influye en el desarrollo de HTA, diabetes ni de hiperlipidemias. Por tanto, las posibles combinaciones con Belatacept pueden mejorar el perfil cardiovascular postrasplante y quizás reducir las complicaciones cardiovasculares graves y la mortalidad postrasplante", concluye el Dr. Morales.

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