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06 September 2011

El dr Pedro Guillén en ABC: "Advierto de que en España falta investigación y no me escuchan"



Acuñó el término «genufonía», con el que vistió su ingreso en la Real Academia de Medicina. ¿A qué suena una rodilla cascada?
-Depende de la lesión. Puede ser «cloc», puede ser «craaac». ¡Hay muchos sonidos ahí!
-¿Con su oído clínico ya es capaz de despachar un diagnóstico?
-Lo que la rodilla me cuenta es importante, junto con la exploración y las pruebas radiológicas. Otro concepto descrito por mí es el de «condropenia», la pobreza del cartílago. La condropenia lleva a la artrosis, y la artrosis a la prótesis. Luchamos para evitar eso.
-¿Cómo?
-Con la ingeniería tisular. Es una disciplina amparada en la biología médica, en la bioquímica y en la inmunología capaz de producir un tejido a partir de una célula. En cartílago, tendón y músculo es una técnica segura, plenamente consolidada. Yo tomo tres o cuatro granitos de arroz del cartílago de una persona, lo cultivo y puedo reparar su lesión. Le curo con sus propias células. Vista así, la célula es una oportunidad terapéutica, es un medicamento en sí misma. Eso sí, yo por ahora solo creo en la misma línea celular.
-¿Es usted de los que piensan que se hace mucha demagogia con las células madre?
-Totalmente, porque las células madre todavía no han curado nada. Tienen muchas misiones, y hoy por hoy no sabemos reconducirlas para hacer que produzcan solo lo que nosotros queremos.
-Tiene su propio hospital por un empeño muy personal.
-Viajé mucho antes de montar la clínica Cemtro, para ver qué se hacía bien en otros países, en busca del modelo ideal. Echaba en falta un hospital con plena interconexión de especialistas, y este lo es. ¿Cómo? Pues porque quienes trabajan aquí lo hacen «full time», y eso es dar un valor añadido al paciente. Se mejoran los resultados por la cercanía. Además, aquí aunamos la función asistencial, la docente y la investigadora. Fórmulas parecidas se podrían aplicar en la Seguridad Social. Pero por más que advierto a las autoridades de que esta es una buena manera de hacer las cosas y que al carro de la sanidad española le falta la rueda de la investigación, no terminan de entenderlo, no escuchan.
-Enséñeme alguna pieza de su afamada «meniscoteca», donde conserva como reliquias meniscos operados.
-Aquí tienes (saca unos pequeños prismas de metacrilato con una especie de jirones blanquecinos dentro, de distintas formas). Los meniscos los opero, los endurezco y luego los conservo en este metacrilato. Mi «meniscoteca» es importante para intercambiar experiencias quirúrgicas con los colegas.
-Ha operado a José María Aznar, Lola Flores, Luis Miguel Dominguín, Fernando Torres... ¿Cómo gestiona la presión de toreros y futbolistas para las curaciones contra reloj?
-Si me preguntas si tratamos igual al deportista de elite que al paciente común, la respuesta es que no. Con el torero, el artista o el futbolista, por sus condicionantes profesionales, hemos aprendido a avanzar en solapar la reparación del fragmento afectado con la movilidad del resto de la articulación, para que cuando un hueso esté soldado ya no haga falta rehabilitación. Ese «solapamiento» terminará por generalizarse para todo el mundo.
-A veces parece milagrosa la velocidad a la que se recuperan las figuras del balón.
-Porque en el fútbol y en otras disciplinas el talento deportivo no lo suplen ni la preparación física, ni las tácticas ni la psicología. Messi medio lesionado sigue siendo Messi.
-Es usted la gran celebridad no futbolística en la mejor Liga del mundo.
-Me ha sido fácil hacer amigos por mi carácter, y tengo la insignia de oro y brillantes de prácticamente todos los clubes de Primera.
-¿También del Madrid y del Barcelona?
-¡Menos la del Barcelona, todas!






--La paradoja del infatigable doctor
El prestigioso doctor Guillén (Archena, Murcia, 1938), cirujano benefactor de maltrechas rodillas con las más avanzadas técnicas, cuenta entre risas que recibió la noticia de que se le concedía la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo «precisamente en un momento atípico en el que, extrañamente, no estaba en el hospital, sino con mi mujer en Edimburgo. Así que una de mis hijas me gritó: “¡Que te lo quiten!”». Fue la broma de quienes mejor saben (sus tres hijas siguen sus pasos profesionales) que este era de verdad «su» premio, después de una brega de cuatro décadas internacionalmente reconocida.

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