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10 May 2011

LOS INDICADORES DE SALUD EN ESPAÑA ESTÁN DISPERSOS Y NO ARMONIZADOS



Los indicadores de Salud Pública son instrumentos que permiten conocer el estado de la Salud de la población, así como una herramienta para medir los resultados de las políticas sanitarias emprendidas por las autoridades. "En el caso de España, estos indicadores se presentan de manera muy dispersa, y no armonizados", asegura Julio Sánchez Fierro, patrono de la Fundación AstraZeneca. Esta es una de las principales conclusiones extraídas del estudio Desarrollo de indicadores poblacionales en Salud Pública, llevado a cabo por la Cátedra de Salud Pública y Gestión Sanitaria de la Universidad Europea de Madrid, y con la Fundación AstraZeneca como promotor del trabajo.
"Nuestro objetivo es poner a disposición de la comunidad científica y los poderes públicos un estudio sobre un tema crucial, como es la definición y aplicación de indicadores de Salud Pública, que permitan medir y evaluar adecuadamente cómo se encuentra el estado de la salud en España, y en consecuencia, promover y adoptar las medidas que resulten más convenientes", explica Sánchez Fierro. "Con este estudio, la Cátedra de Salud Pública y Gestión Sanitaria de la Universidad Europea de Madrid pone de nuevo de manifiesto el compromiso que desde hace años mantiene esta institución con las Ciencias de la Salud", explica por su parte Agustín Rivero, director de la Cátedra. "Estamos convencidos de que este trabajo se convertirá en una herramienta de sumo interés tanto para los profesionales de la salud como para la administraciones públicas", añade.
Coincidiendo con el proceso de tramitación de la futura Ley de Salud Pública, los autores del estudio observaron carencias en el proyecto de la norma, sobre todo en lo relativo a los indicadores de salud. "Es fundamental contar con instrumentos que definan en qué medida los mandatos que se establezcan en la futura ley se están cumpliendo o no. En el supuesto de que se estén cumpliendo bien, nos podrán indicar qué se puede hacer para que se cumplan mejor, y en el supuesto de que no se cumplan, saber si es un incumplimiento generalizado, o si se da sólo en ciertos ámbitos sectoriales o territoriales", comenta Julio Sánchez Fierro. "Asimismo, si estos indicadores están debidamente gestionados, ayudarán a prevenir problemas y mejorar la salud de los ciudadanos".
Otra de las demandas que promueven los autores de este estudio es una coordinación con los indicadores de salud de la Unión Europea y, sobre todo, con los validados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), los cuales, se espera, estén concretados en diciembre de este año.
Julio Sánchez Fierro insiste en que, además de los indicadores relativos al propio sistema de salud, como es el caso de las enfermedades no transmisibles (las patologías cardiovasculares o el cáncer, por ejemplo), existen unos indicadores exógenos, como el Medio Ambiente, los hábitos alimenticios de la población o la ordenación urbana, que deben contemplarse y tenerse en cuenta, algo que, actualmente, no se está haciendo.
Otra de las conclusiones que ha arrojado este trabajo es que el conjunto de indicadores de salud no debe ser infinito, deberían priorizarse 10 ó 12 grandes indicadores, sin perjuicio de que, en el desarrollo de los mismos haya otros sub-indicadores que especifiquen o concreten los grandes objetivos en política de Salud Pública. Una cantidad excesiva de indicadores, posiblemente, lleve a perder una visión de conjunto que es necesaria.
En 1977 la Organización Mundial de la Salud (OMS) formuló una ambiciosa estrategia, la política ‘Salud para todos en el año 2000’, cuyo objetivo esencial era asegurar que, al alcanzar tal fecha, todos los habitantes del planeta tuvieran un nivel de salud que les permitiera desarrollar una vida social y económicamente productiva. Para alcanzar esta meta, la OMS seleccionó 12 indicadores globales de salud y estimuló a sus oficinas regionales a desarrollar acciones similares.
Los 12 indicadores mundiales elegidos para controlar la situación sanitaria estaban basados, en gran medida, en la mortalidad (como la esperanza de vida al nacer y las tasas de mortalidad de los lactantes, los niños y las madres) y, entre ellos, había sólo un índice de resultados sanitarios no mortales (el estado nutricional). Posteriormente, la lista se amplió a más de 70 indicadores específicos, incluida la prevalencia de 12 enfermedades transmisibles o trastornos nutricionales.
"La tendencia sería volver a un número más pequeño de indicadores, buscando un equilibrio entre indicadores esenciales y complementarios. Es fundamental estandarizar los indicadores y hacer que sean comparables con los que existen en la Unión Europea y los que se van a poner en marcha desde la OMS", indica Sánchez Fierro. "Así, seremos capaces de saber en qué nivel nos encontramos con respecto a los países de nuestro entorno e, incluso, dentro de nuestras Comunidades Autónomas. Sin esta información las políticas se llevarían a cabo de manera más defectuosa o menos potente de lo que podría ser".






*Pie de foto.- De izq. a dcha. Agustín Rivero, director de la Cátedra de Salud Pública y Gestión Sanitaria de la Universidad Europea de Madrid (UEM); Celia Cortijo, directora de la Escuela de Posgrados de la UEM; Julio Sánchez Fierro, patrono de la Fundación AstraZeneca; Carmen González, gerente de la Fundación AstraZeneca; Maravillas Izquierdo y Alfredo Avellaneda, de la Cátedra de Salud Pública y Gestión Sanitaria de la Universidad Europea de Madrid.

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