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10 May 2011

Ana González-Angulo a EL PAIS: "A este paso cada cáncer de mama será como una enfermedad rara"



Cuando Ana González-Angulo habla de cáncer de mama -ella, nacida en Popayán, Colombia, en 1971, dice "de seno"- se tiene la impresión de que está exponiendo un juego de muñecas rusas. O que está manejando las palabras y las definiciones con la finura de quien utiliza un bisturí. Este tipo de tumor, el más frecuente entre las mujeres del mundo (más de 1,5 millones al año; en España, unas 16.000), ha sido diseccionado hasta tal extremo que González-Angulo no duda en decir que "a este paso, dentro de unos años, cada subtipo será como una enfermedad rara".

La oncóloga, que lleva en el MD Anderson de Houston (Tejas) desde 2003, no dice rara en el sentido coloquial, de poco frecuente. Se refiere a que según se van haciendo subdivisiones, cada una tiene menos incidencia (se considera que una enfermedad es rara cuando la padecen menos de una de cada 2.000 personas). "En la práctica clínica hay tres grandes grupos de tumores", explica González-Angulo: "Los que se pueden tratar con herceptin o no, los susceptibles de recibir terapia endocrina y los que solo responden a la quimioterapia", aclara.
Pero, en verdad, la investigadora se refiere a cuatro grupos, porque hay un 15% de los tumores que no responde a ninguno de estos tratamientos, a pesar de que la decisión de quién recibe qué tratamiento "está ya muy estandarizada y se hace por una muestra patológica en todo el mundo".
Por cada tratamiento que surge contra el cáncer de mama -uno de los más investigados por su elevado impacto-, aparece un subtipo que es resistente. Y según se investiga, las divisiones aumentan: "Ese 15% que no responde a los tratamientos se puede dividir ya en seis categorías. Por eso es tan difícil tratarlo", afirma González-Angulo. Por eso, casi como pidiendo perdón, ella dice que se dedica a "lo más feo".
Dentro de este grupo de tumores que tienen peor diagnóstico, Gónzález-Angulo trabaja ahora en los más recónditos. "Es el artículo que todavía no he escrito, pero que será el más importante de mi carrera", vaticina.
El trabajo se centra en un subtipo de cáncer de mama (casi habría que decir subsubtipo o incluso descender más aún en las ramificaciones de un tumor que se complica cada vez más) que tiene como características ser HER2 negativo (es decir, no tiene esos receptores), con receptores hormonales positivos y con ganglios afectados. La novedad es que los investigadores del MD Anderson de Tejas han desarrollado "un método numérico para intentar predecir qué tipo de tratamiento hay que darles". "Lo estándar es darles quimioterapia, pero hay un grupo de pacientes a las que, aparte de darles toxicidad, este tratamiento no les ayuda nada", explica la investigadora.
Este sistema debe servir para decidir si esa terapia tan agresiva compensa o no. Se trata de lo que los científicos llaman el examen Oncotype DX, una especie de medidor que ya se usa de manera sistemática en Estados Unidos y del que la filial española de la MD Anderson acaba de presentar el primer ensayo en Europa, firmado por Antonio González-Martín.
Este aparato hace un primer trabajo: "Mide 21 genes, su presencia, copias y mutaciones. A cada uno de ellos se le da un peso, y con el valor total se obtiene una cifra del 1 al 100 que se quiere demostrar que sirve para vaticinar qué mujeres tendrán una metástasis por primera vez", afirma González-Angulo. Ese es el indicador para decidir si "existe riesgo de que haya recaída", dice la investigadora. Si el número (el peso) que se obtiene es alto, también lo es el peligro; si es bajo, no.
Para demostrarlo, en un proyecto en el que se espera contar con participación española (el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama está interesado) se van a estudiar 9.400 mujeres, de las que 4.000 serán tratadas, 2.000 con terapia estándar (hormonal más quimioterapia) y a otras 2.000 se les quitará la quimioterapia. "Lo que queremos demostrar es que si el índice es menor de 25, la quimio no beneficia", y ver "a partir de qué puntuación hay que usarla", afirma. El resultado que ella espera es que en este tipo de tumores se pueda quitar "la quimioterapia en el 70% de los casos, con lo que se eliminaría la toxicidad para las mujeres, y los costes del tratamiento". O, como dice para resumir porque entiende que se trata de algo muy complejo, cómo "a partir de datos genéticos se puede identificar mejor a las pacientes para ofrecerles el tratamiento con menores riesgos".
La investigadora no cree que conseguir voluntarias sea un problema. Aunque hay que ofrecerles un tratamiento que no es el estándar, "muchas estás dispuestas con tal de evitar la quimioterapia", afirma






**Publicado en "EL PAIS"

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