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10 March 2011

Según un estudio un niño con rabietas será un adulto ansioso


La manera en la que los padres reaccionan cuando su hijo tiene una rabieta puede conducir al niño a problemas de comportamiento, ansiedad o retraimiento. Y el efecto será más pronunciado si el pequeño muestra con frecuencia emociones negativas como la ira y el temor social, según revela un estudio de la Universidad de Illinois (Estados Unidos).
En este sentido, el trabajo insiste en que los niños necesitan ayuda adicional para tratar estas emociones negativas que van apareciendo en su personalidad y afirma que los progenitores son quienes tienen la principal responsabilidad en este asunto.
"Los niños, más que las niñas, necesitan la ayuda de sus padres, algo que, a menudo, manifiestan a través de las emociones, como el enfado o el temor", señala la profesora de Desarrollo Humano del centro universitario, Nancy McElwain. En este sentido, advierte de que si los padres ridiculizan a sus hijos por tener estas actitudes, haciéndoles sentir tontos o pasar vergüenza, los pequeños pueden ocultar estas emociones, lo que perjudicará directamente su comportamiento a medida que crecen.
Para realizar el estudio, McElwain y la autora principal, Jennifer Engle, examinaron los datos recogidos a partir de observaciones en 107 niños que fueron parte de un estudio más amplio de desarrollo social y emocional infantil y de las relaciones entre padres e hijos. Así, se sometió a los padres a un cuestionario en el que se les preguntaba con qué frecuencia su hijo había mostrado enojo o miedo social en el último mes. También se les interrogó sobre cómo responderían a las emociones negativas mostradas por el niño en varias situaciones hipotéticas.


-La peor reacción, castigar
Posteriormente, investigaron dos tipos de reacciones de los padres a las emociones negativas de sus hijos. Un tipo de reacción era reducir al mínimo las emociones de sus hijos con frases como 'deja de comportarte como un bebé'. Otro tipo de reacción analizada fue la de castigar al niño por tener estas emociones, enviando al niño a su habitación para llorar, o dándoles un juguete o un privilegio como premio en el caso de que el pequeño se portase bien.
El resultado obtenido fue que, en los casos en que los padres mostraban más tendencia a castigar a sus hijos por sus miedos y frustraciones, los niños estaban más ansiosos con el tiempo. "Cuando los padres castigan a sus niños por tener rabietas o miedos, los niños aprenden a ocultar sus emociones en lugar de mostrarlas. Esto hace que vayan acumulando estos sentimientos y convirtiéndose en el futuro en personas cada vez más ansiosas e irascibles", concluye el estudio.
Según los investigadores, los padres deben enseñar a los hijos a regular y expresar sus emociones. "Cuando los niños están molestos, es mejor hablar con ellos y ayudarles a trabajar a través de sus emociones en lugar de enviarlos a su habitación para trabajar a través de sus sentimientos por su cuenta. Los niños pequeños, especialmente los que son propensos a sentir emociones negativas intensamente, necesitan consuelo y apoyo cuando sus emociones amenazan con desbordarse", asegura Jennifer Engle, autora principal del estudio.


**Agencias

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