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11 March 2011

EL 80% DE LAS PERSONAS CON CÁNCER DIFERENCIADO DE TIROIDES PRESENTA UNA SUPERVIVENCIA SIMILAR A LA DE LA POBLACIÓN SANA


El cáncer de tiroides es el cáncer endocrinológico más frecuente y, sin embargo, es raro en comparación con otros tipos de cánceres. En general, la edad media del diagnóstico se sitúa entre los 40 y los 53 años, siendo especialmente frecuente entre las mujeres de raza blanca. Posee una baja aunque creciente incidencia, ocupando España una posición intermedia en comparación con el resto de países europeos. Aunque el diagnóstico de cáncer suele ser aterrador, el pronóstico para los pacientes con cáncer diferenciado de tiroides –el tipo más común- es muy bueno, ya que la mayoría de estos suele curarse tras cirugía y rara vez produce dolor. Además, en la actualidad se dispone de un tratamiento farmacológico con yodo radioactivo que es muy efectivo y fácil de tolerar para las formas más comunes de cáncer de tiroides que no se curan con la cirugía.

“El 80% de los casos de cáncer diferenciado de tiroides presentan una supervivencia prácticamente similar a la de la población sana, condición que disminuye considerablemente en el 20% debido a metástasis o recidivas”, ha señalado el doctor José Manuel Gómez Sáez, coordinador del Grupo de Trabajo de Cáncer de Tiroides de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, durante su intervención en la jornada “Avances en el Seguimiento y Tratamiento del Cáncer Diferenciado de Tiroides”, organizada por el Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico Virgen de la Victoria, de Málaga, en colaboración con Genzyme y Neomedic. “Los cánceres indiferenciados de tiroides suelen ser muy agresivos y presentar una elevada mortalidad, aunque afortunadamente son pocos los casos”, añade.

Según el doctor Jorge García Alemán, de la UGC de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen de la Victoria, no hay estudios oficiales de la incidencia de este cáncer en Andalucía, aunque se estima muy similar a la incidencia nacional, que se sitúa en 9 casos por cada 100.000 habitantes. “En el área de nuestro hospital la incidencia va en aumento, habiéndose diagnosticado cerca de 80 nuevos casos en 2010 (aproximadamente 11 casos por 100.000 habitantes)”, señala. Este incremento “se debe fundamentalmente a las mejoras de las estrategias diagnósticas, que permiten una detección cada vez más temprana”. La mortalidad global del cáncer de tiroides va del 4 al 8% a los 20 años después del diagnóstico.


-Importancia del diagnóstico precoz
El signo principal del cáncer de tiroides es un bulto (nódulo) en la glándula tiroides, puesto que en la mayoría de los casos no se presentan síntomas. El endocrino puede descubrir el nódulo durante un examen físico rutinario o el propio paciente puede notarlo en su cuello al palpárselo. “Algunos pacientes con cáncer de tiroides se pueden quejar de dolor en el cuello, la mandíbula o el oído”, señala el doctor Gómez Sáez. “El tratamiento de elección para el cáncer de tiroides diferenciado es la cirugía, que puede acompañarse o no de la posterior administración de yodo radiactivo en función del estadio en que se haya diagnosticado”, añade. “El endocrino participa de manera activa en todo el proceso, junto con el cirujano y el médico nuclear”.

Desde el punto de vista teórico, esta jornada “supone una puesta al día en el manejo del cáncer diferenciado de tiroides, que es el cáncer endocrinológico más frecuente y requiere hoy en día de un abordaje multidisciplinar donde el cirujano asume un papel clave, junto con el endocrino y el médico nuclear”, ha señalado el doctor Pablo Moreno, coordinador de la Sección de Cirugía Endocrina de la Asociación Española de Cirujanos. “Las últimas novedades en el campo de la cirugía endocrina vienen respaldadas por la evidencia clínica que respalda la extensión de la realización del vaciamiento ganglionar a aquellos casos en los que no se aprecie afectación aparente, pues cabe la posibilidad de que haya micrometástasis”, señala. “Esta medida profiláctica evita futuras recidivas”.

El vaciamiento ganglionar requiere una extremada especialización por parte del cirujano para evitar complicaciones tales como la afectación del nervio recurrente con cambios en la calidad de la voz que produce disfonía, la hemorragia, la lesión de las glándulas paratiroides que condiciona un hipoparatiroidismo y necesidad de tomar calcio de forma transitoria o de por vida. La especialidad de Cirugía Endocrina no está contemplada como tal, aunque en el ámbito europeo se habla de una subespecialidad. En España, los cirujanos endocrinos proceden de las especialidades de Cirugía General y de Otorrinolaringología. No obstante, hay una sensibilidad muy importante en este campo, que se constata en la proliferación de unidades específicas de Cirugía Endocrina en nuestro país. El objetivo es mejorarlos resultados de recidiva y disminuir las complicaciones. Hasta el 20% de los casos intervenidos puede presentar alguna recidiva, la mayoría en los ganglios centrales. “A pesar de ser esto un criterio de mal pronóstico, una cirugía bien hecha puede hacer que un 30% de los casos quede libre de la enfermedad durante un periodo de tiempo considerable”.

En los últimos años “se han desarrollado nuevas estadificaciones de los pacientes con cáncer diferenciado de tiroides y se han establecido grupos de riesgo con diferentes protocolos de tratamiento y seguimiento”, destaca la doctora María Angustias Muros de Fuentes, coordinadora del Grupo de Trabajo de Endocrinología Nuclear de la Sociedad Española de Medicina Nuclear e Imagen Molecular. Las diferentes sociedades científicas involucradas en el diagnóstico y tratamiento del cáncer de tiroides han constituido grupos de trabajo específicos para dar respuesta a los problemas relacionados con la terapia de estos pacientes. “Somos conscientes de la necesidad de dar un abordaje multidisciplinar a esta enfermedad y para ello hemos iniciado una colaboración que esperamos sea cada vez más estrecha”.

Gracias a reuniones como la que se ha celebrado hoy en Málaga, los profesionales implicados en el abordaje del cáncer diferenciado de tiroides “estamos acercando posturas y unificando la práctica clínica en este campo”, comenta la doctora. El tratamiento con yodo radiactivo suele hacerse de 2 a 6 semanas después de la cirugía. “Esto depende del estadio en que se haya diagnosticado la enfermedad”. Durante este tiempo, “es necesario que el paciente alcance unos niveles elevados de la hormona estimulante del tiroides (TSH) de cara a que el yodo sea bien captado por el organismo”, explica. Para ello, existen dos opciones: o se le deja al paciente en situación de hipotiroidismo, con las importantes consecuencias negativas que eso conlleva, o se le inyecta vía intramuscular la hormona artificial (TSH recombinante). Una de las conclusiones a las que se ha llegado en Málaga es que “la segunda opción permite obtener el mismo rendimiento que la primera, con el valor añadido de la comodidad que supone para el paciente”.


**En la imagen, de izquierda a derecha, en el atril, el doctor Jorge García Alemán, y en la mesa, los doctores Pablo Moreno, Rossella Elisei, del Departamento de Endocrinología de la Universidad de Pisa (Italia), José Manuel Gómez Sáez y María Angustias Muros de Fuentes.

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