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02 February 2011

La neuroestimulación en Parkinson consigue reducir los efectos adversos


La cirugía del Parkinson ha ido evolucionando en los últimos años, lo que ha propiciado mejorar los resultados. El manejo de estos pacientes es multidisciplinar, y en él interviene el neurólogo, el neurocirujano y el neurofisiólogo.
Rafael García de Sola, jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospital de La Princesa, de Madrid, ha explicado a Diario Médico que la ventaja de la neuroestimulación actual es que ahora se reducen los efectos adversos. "Se estimula y, si no resulta, se retira, pero el cerebro no se daña, por lo que tampoco se lesiona nada".

Uno de los avances han venido de la mano de la fusión de las imágenes ofrecidas por la resonancia magnética y por la TC. En función de éstas, se hacen los cálculos con el neuronavegador. "La RM y la TC hacen que tengamos una certeza mayor, puesto que la referencia anatómica es más exacta".
García de Sola continúa explicando que "nosotros no vemos nada desde fuera; por eso, contamos con referencias indirectas. Una buena resonancia puede llegar a ver ese núcleo, pero tiene distorsión, por lo que hay que actuar con precaución".


-Estado de vigilia

La intervención se lleva a cabo con el paciente despierto para que pueda responder a estímulos. Con una guía estereotáctica especial, que es como un GPS, se introduce un microelectrodo, que puede recoger la actividad eléctrica de las neuronas que están en el núcleo. Hay que recordar que la guía estereotáctica tiene un error menor de un milímetro. "Se ve cómo funcionan y se estimula al enfermo. Si hay actividad, se va viendo y vamos buscando el grupo de neuronas responsables de los temblores. Hay que localizar las específicas en las distintas zonas y las que tienen una respuesta neurofisiológica concreta. A veces, se pueden llegar a encontrar las neuronas tremorogénicas".
Normalmente esta técnica se indica en pacientes que sí responden bien a la L-dopa, pero llegan a una situación en que necesitan más dosis
Por si hubiera dudas, medio centímetro antes de llegar, se empieza a bajar con el micromanipulador a 50 micras y se hace un registro. Como se conoce la estructura del cerebro, se sabe que es el camino correcto.
Cuando se llega a la zona correcta, el neurólogo hace la exploración neurofisiológica al paciente y el neurofisiólogo, que es el que controla el microelectrodo, lo estimula para ver qué sucede. Una vez que esto se termina, se retira y se introduce un macroelectrodo, que tiene dos milímetros, es de silicona y dispone de cuatro contactos. "Se suele colocar a la mitad donde lo hemos calculado. En ese electrodo se hace de nuevo una estimulación y cuando se observa que no hay efectos adversos y está bien colocado se empieza a estimular".
ComplementariosGarcía de Sola ha comentado que los tratamientos quirúrgicos son complementarios a los farmacológicos. Normalmente se indican en pacientes que sí responden bien a la L-dopa, pero llegan a una situación en que necesitan más dosis. "Tiene que haber un balance, puesto que el Parkinson es una enfermedad crónica y progresiva. Al final, es una ayuda para mejorar la calidad de vida".
El seguimiento es interdisciplinario: el neurocirujano vigila cómo está colocado el electrodo, el neurólogo coordina el tratamiento farmacológico y el neurofisiólogo sigue la evolución del dispositivo. Falta por concretar si con la neuroestimulación se detiene la progresión de la enfermedad. Aún no se sabe, pero hay una tendencia a pensar que frena la historia natural de la enfermedad.


**Publicado en "Diario Médico"

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