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06 December 2010

Vivir con la cara de otra persona



Caza, pesca y conduce, pero a Óscar aún le cuesta tragar, hablar y mover sus labios. Es la primera persona que recibe un trasplante total de cara. Su máscara facial se intercambió por la de un donante anónimo para reparar los estragos de un disparo que le borró la nariz, los dientes y su boca. La operación se realizó el pasado mes de marzo en el Hospital Valle de Hebrón de Barcelona. Desde entonces su cuerpo ha rechazado en tres ocasiones los nuevos músculos, huesos y piel que cubren su nuevo rostro. Sus riñones también han padecido los estragos del cambio y como la de los otros dos españoles que han pasado por un trasplante de cara ha sufrido una recuperación tormentosa.
El camino tras un trasplante nunca es fácil y más cuando se trata de intervenciones no vitales como los de extremidades o de rostro. Aquí el poder de la cirugía coquetea en el filo de lo que la bioética aconseja. Lo saben sus propios protagonistas, los tres cirujanos que se han atrevido a realizar los primeros trasplantes de estas características en España. Lo contaron hace unas semanas en Madrid, en el simposio internacional «Últimas fronteras en Trasplante». Pedro Cavadas, Tomás Gómez y Joan Pere Barret mostraron el antes y el después de sus pacientes con reoperaciones y una lucha sin cuartel contra las infecciones el rechazo. Contaron su calvario y también su renacer tras meses de lucha. Todavía no es momento para felicitarse del éxito, dicen. «La situación del trasplante de cara es como la del riñón hace 40 años. Nuestros resultados son aseados, pero desconocemos cómo serán a medio y largo plazo», explica Cavadas. Su paciente, el primero que se trasplantó hace quince meses, empieza ahora a hablar. «Está bien, pero no sabemos qué ocurrirá dentro de 10 años.¿Fracasarán los injeros?, ¿aparecerán tumores? ¿enfermará?...».





-¿Merece la pena?
El Ministerio de Sanidad le acaba de dar a Cavadas la autorización para hacer el cuarto trasplante de estas características. Si no se adelanta otro equipo, será la operación número 14 de estas características que se realice en el mundo. Ni siquiera será noticia, aunque la operación es de alto riesgo y plantea numerosas incertidumbres, tanto técnicas como éticas. En cartera, también tiene un trasplante doble de piernas, otro caso que plantea dudas éticas.
¿Merece la pena poner en peligro una vida cuando no está en riesgo? Pedro Cavadas devuelve la pregunta: «Yo, no elijo las cirugías, me buscan a mí. En mi consulta se alza el telón todos los días como si fuera un teatro. Aparece un paciente con un problema y me pregunta ¿qué puede hacer por mí?. La ersona a la que trasplantaré las piernas conoce los riesgos y los asume. Sin posibilidad de utilizar prótesis, el trasplante es la única solución para que pueda levantarse algún día de la silla de ruedas».
«La respuesta a esa pregunta no la tenemos los médicos, sino los pacientes», apunta Joan Pere Barret, del Valle de Hebrón de Barcelona. «Después de todo lo que ha pasado, Óscar me dijo que lo volvería a hacer». Barret opina que ni siquiera los médicos deberían ofrecer la intervención a los pacientes que reúnan los requisitos. Ellos son los que tienen que solicitarla. Y, después, nuestra obligación es decirle que puede morir en el intento, que pasará de tener una vida deformada a ser un enfermo de por vida. Jamás volverán a ser sanos, pero renacen como seres humanos».
Los tres casos españoles y los otros diez realizados en Francia, Estados Unidos y China demuestran que el rostro se acepta sin dificultad, casi con mayor facilidad que las manos, como contó en el congreso de Madrid el francés Jean Michel Dubernard, el primer cirujano que puso en marcha los primeros trasplantes de mano y cara.





-Frente al espejo
A todos se les prepara para el primer día que se mirarán al espejo. Y después el seguimiento psicológico continúa, quizá con excesiva precaución. Rafael el joven operado en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla ya empieza a cansarse. «Si yo estoy bien, no me pasa nada», ya le ha dicho a su cirujano Tomás Gómez Cía. «El primer día que Rafael se puso ante un espejo nos hizo trampa. Le pedimos que fuera poco a poco, pero él quiso verse de golpe. Le gustó lo que vio, dijo “pues soy yo”». Hoy incluso se atreve a bromear con sus médicos y dice que «ahora seguro que las chavalas se van a fijar más en mí». Es una broma porque lo que de verdad persiguen estos enfermos es pasar desapercibidos. Caminar por la calle sin que nadie me mire de forma extraña, como decía Óscar cuando se presentó por primera vez ante la prensa.
El primer trasplantado, el paciente del cirujano valenciano Pedro Cavadas, también lo ha conseguido. Por esto y porque los tres podrán recuperar el habla y volver a masticar y tragar, coinciden en que volverían a correr el riesgo.
Desde el punto de vista médico, se necesitará una experiencia de doscientos trasplantes en el mundo y diez años de evolución para saber si el trasplante de cara merece la pena. Puede que entonces el trasplante no necesite la participación de un cadáver y los tejidos de recambio crezcan a partir de las células madre de propio paciente.

*Foto de Reuters

**Publicado en el "Grupo Vocento"

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