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28 December 2010

Beber habitualmente nos hace más susceptibles a las 'anfetas'

Conocidas en el mercado negro como 'anfetas', 'speed' o muchos otros apelativos, las anfetaminas son compuestos estimulantes cuyo uso -y abuso- es habitual en muchos países. Pueden incrementar la concentración y la energía, aunque también presentan importantes problemas secundarios, y están muy extendidas como droga de uso recreativo. Además, según acaba de confirmar un nuevo estudio, sus efectos están relacionados con la ingesta habitual de alcohol.
Los bebedores 'moderados', es decir, aquellos que toman habitualmente alcohol -más de siete bebidas a la semana- sin llegar a ser alcohólicos, presentan una mayor susceptibilidad al efecto de las anfetaminas que quienes consumen normalmente una menor cantidad de alcohol. Así lo muestra un estudio realizado en la Universidad de Kentucky (EEUU) y publicado en la revista 'Alcoholism: Clinical Experimental Research'.
El psiquiatra Craig Rush, catedrático del departamento de Ciencia de la Conducta de la citada institución y director del estudio, ha explicado que investigaciones previas ya habían determinado un vínculo epidemiológico entre la ingesta de alcohol y el abuso de anfetaminas. A partir de ahí, su equipo había establecido en un estudio anterior que el motivo de esta relación podía estar provocado por una mayor susceptibilidad de los bebedores habituales -aunque moderados- hacia los estimulantes.
La investigación que ahora se presenta va un paso más allá, al mostrar que la gente que bebe más habitualmente se muestra más dispuesta, en condiciones de laboratorio, a realizar tareas mecánicas a cambio de obtener una mayor dosis de anfetaminas. El estudio contó con 33 voluntarios, la mitad de ellos eran bebedores ligeros (bebían menos de siete bebidas a la semana) y la otra mitad eran bebedores moderados (es decir, bebían más que los otros).

-Tareas cada vez más complejas
La mitad de participantes recibió una dosis de un octavo de anfetamina y la otra mitad, un placebo (una pastilla idéntica pero sin principio activo). Si querían recibir más octavos, hasta llegar a completar su dosis, los voluntarios tenían que llevar a cabo tareas sencillas, pero progresivamente más pesadas, con el ordenador.
En realidad, sólo había que 'clickear' con el ratón varias veces sobre una pantalla. Pero, a medida que se acercaban a la dosis, la actividad podía llegar a ser realmente molesta: el segundo octavo sólo 'costaba' 25 'clicks', pero pasar de la séptima a la octava dosis requería 'clickear' otras 3.200 veces. Los científicos se aseguraban mediante este método, habitual en esta clase de estudios, que sólo los que realmente tuvieran ganas de más anfetaminas completarían las tareas.
Los resultados han indicado que los bebedores moderados eran mucho más propicios a completar las tareas. En otras palabras, las drogas hacían más efecto sobre la gente acostumbrada a beber habitualmente, que se sentían más 'enganchados' a las pastillas y no dudaban en 'clickear' sin pausa para conseguir más y más dosis.
Esta diferencia, en todo caso, sólo se notaba con dosis bajas de anfetaminas, ante las cuales sólo reaccionaban los bebedores. Cuando la dosis era lo bastante grande, tanto bebedores moderados como bebedores ligeros se veían afectados de igual modo por la droga, y todos participaban para lograr más dosis.
Los investigadores creen que seguir profundizando en esta relación entre el consumo de alcohol y el abuso de anfetaminas podría ayudar a generar nuevas estrategias de prevención, según concluyen en su informe.

**Publicado en "El Mundo"

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