Los estudiantes masculinos son una notable minoría en las facultades de Medicina de Catalunya. Un 80% de los alumnos son mujeres, una proporción similar a la de los licenciados que se están formando como especialistas en Ginecología y Obstetricia, área que, hace poco más de cinco años, era de absoluto dominio masculino. No hay ginecólogas de renombre.
Esta tendencia cambiará la profesión, opinan los estudiosos del tema, en especial porque las nuevas generaciones de médicas acceden a sus plazas en la edad de poder tener hijos, lo que obligará a los centros a poner en práctica una bien organizada armonización de horarios y permisos. «De no hacerse así, si las médicas tienen problemas con sus empresas al intentar tener descendencia, el sistema sanitario puede verse en un serio problema, porque muchas de esas mujeres relegarán su profesión. Y ellas serán mayoría en la red asistencial», advierte Ramon Carreras, presidente de la Societat Catalana de Obstetrícia i Ginecologia y vicerrector de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Otro dilema al que se enfrenta Medicina son los númerus clausus que restringen el acceso a las facultades. Abrir esa estrecha puerta implicaría que las administraciones asumieran la costosa formación de los facultativos en su periodo de especialización como médicos internos residentes (MIR). Esos facultativos cobran bastante menos que los adjuntos y jefes de servicio junto a los que ejercen a diario, y en el caso de los que se encuentran en los cursos superiores, son eficaces complementos de las escasas plantillas, pero aun así se trata de un personal adicional a sueldo de la sanidad pública. A pesar de la escasez de especialistas, España sigue siendo uno de los países de Europa con más médicos: 3,9 facultativos por cada 1.000 habitantes, frente a los 3,4 de la media europea.
Esa abundancia de profesionales, indican los técnicos, es absorbida por el burocratizado sistema sanitario español, que aun destina médicos y enfermeras a la triste función de redactores de recetas de medicamentos. La receta electrónica debería acabar en los próximos meses con esa inoperancia.
Esta tendencia cambiará la profesión, opinan los estudiosos del tema, en especial porque las nuevas generaciones de médicas acceden a sus plazas en la edad de poder tener hijos, lo que obligará a los centros a poner en práctica una bien organizada armonización de horarios y permisos. «De no hacerse así, si las médicas tienen problemas con sus empresas al intentar tener descendencia, el sistema sanitario puede verse en un serio problema, porque muchas de esas mujeres relegarán su profesión. Y ellas serán mayoría en la red asistencial», advierte Ramon Carreras, presidente de la Societat Catalana de Obstetrícia i Ginecologia y vicerrector de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Otro dilema al que se enfrenta Medicina son los númerus clausus que restringen el acceso a las facultades. Abrir esa estrecha puerta implicaría que las administraciones asumieran la costosa formación de los facultativos en su periodo de especialización como médicos internos residentes (MIR). Esos facultativos cobran bastante menos que los adjuntos y jefes de servicio junto a los que ejercen a diario, y en el caso de los que se encuentran en los cursos superiores, son eficaces complementos de las escasas plantillas, pero aun así se trata de un personal adicional a sueldo de la sanidad pública. A pesar de la escasez de especialistas, España sigue siendo uno de los países de Europa con más médicos: 3,9 facultativos por cada 1.000 habitantes, frente a los 3,4 de la media europea.
Esa abundancia de profesionales, indican los técnicos, es absorbida por el burocratizado sistema sanitario español, que aun destina médicos y enfermeras a la triste función de redactores de recetas de medicamentos. La receta electrónica debería acabar en los próximos meses con esa inoperancia.
-Mejores salarios
El tercer problema que deberá resolver la profesión es la organización de sus equipos hospitalarios, excesivamente jerarquizados e inamovibles en la actualidad. Los médicos jóvenes piden participar en las decisiones médicas de sus servicios, y quieren recibir compensaciones salariales a medida que sus resultados mejoran, una forma de estímulo profesional que ya se ha empezado a aplicar en los centros públicos. También esperan los médicos que la Administración dé con la fórmula que permita ordenar la afluencia de pacientes a los centros más adecuados para el malestar que sufren. En especial, piden que se reduzcan las visitas no verdaderamente urgentes a los servicios de urgencias
El tercer problema que deberá resolver la profesión es la organización de sus equipos hospitalarios, excesivamente jerarquizados e inamovibles en la actualidad. Los médicos jóvenes piden participar en las decisiones médicas de sus servicios, y quieren recibir compensaciones salariales a medida que sus resultados mejoran, una forma de estímulo profesional que ya se ha empezado a aplicar en los centros públicos. También esperan los médicos que la Administración dé con la fórmula que permita ordenar la afluencia de pacientes a los centros más adecuados para el malestar que sufren. En especial, piden que se reduzcan las visitas no verdaderamente urgentes a los servicios de urgencias
**Publicado en "El Periódico de Catalunya"
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