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18 November 2010

La duración del embarazo depende de la estructura de la placenta

El embarazo de nueve meses en los humanos está influido por la estructura de la placenta, según un estudio sobre la evolución de la reproducción en mamíferos realizado por investigadores de la Universidad de Durham en Reino Unido. Los resultados se publican en la revista American Naturalist.La investigación ha descubierto que cuanto mayor es la conexión entre los tejidos de la madre y del feto, con mayor rapidez crece el feto y el embarazo es más corto. Los descubrimientos ayudan a explicar por qué los humanos, cuyas placentas no forman la estructura compleja parecida a una red que se observa en animales como perros y leopardos, tienen embarazos relativamente largos.
La estructura de la placenta es muy diferente entre las especies de mamíferos aunque tenga la misma función básica en todos ellos. Los científicos señalan que, a pesar de la especulación, las razones para esta variación han sido desconocidas durante más de 100 años hasta ahora.Los investigadores analizaron datos de 109 especies de mamíferos y muestran por primera vez que la estructura de la placenta influye en la duración del embarazo en los mamíferos. Los científicos señalan que la placenta en algunos mamíferos está muy 'plegada' y crea una superficie más grande, aumentando la tasa en la que los nutrientes pasan de la madre al hijo. Esta clase de plegado es una forma común en la que la evolución ha resuelto el problema de aumentar la superficie en el cuerpo de los animales y se observa en muchos tejidos en los que un área superficial más grande requiere un plegado en un espacio pequeño, incluyendo pulmones, intestinos y corteza cerebral.
Los investigadores estudiaron la duración del embarazo, la estructura de la placenta y el tamaño de la camada en los mamíferos y examinaron cómo estas características han cambiado durante la evolución de los mamíferos. Descubrieron que, a pesar de que la placenta tiene la misma función en todos los mamíferos, existen algunas diferencias estructurales destacables. Con anterioridad se consideraba que este contacto directo entre la sangre de la madre y la placenta reflejaba un choque de fuerzas entre lo que se daba y recibía. En este conflicto se creía que la madre necesitaba reservar parte de sus recursos para sus otros vástagos aunque el feto 'exija' más energía para crecer.
Según explica Isabella Capellini, directora del trabajo, este estudio muestra que no es necesariamente el contacto con la sangre materna lo que determina la velocidad de crecimiento, sino la extensión en la que los tejidos de la madre y el bebé están unidos, o plegados, entre sí.En los humanos, la placenta tiene ramificaciones simples similares con una conexión relativamente limitada entre los tejidos de la madre y los del feto, mientras que en otros mamíferos forma una compleja red de interconexiones que crea un área de superficie mayor para el intercambio de nutrientes, aclara Capellini. Robert Barton, coautor del estudio, añade que el conflicto padres-hijos es universal dado que desde el momento de la concepción las fisiologías de madre e hijo se adaptan para conseguir objetivos ligeramente diferentes en términos de la rapidez con la que crece el feto.Dado que no descubrimos diferencias en el tamaño de los hijos al nacer, parece que el resultado de este conflicto es una clase de equilibrio en el que un crecimiento más rápido se compensa con un embarazo más corto, concluye Barton.

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