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04 November 2010

"La crisis multiplica la donación de cadáveres para la Cienvia" según Manuel Rubio


-¿La tanatopraxia es un arte?
-No, no. Es una rama de la ciencia cuya función es evitar los fenómenos cadavéricos, como la putrefacción celular.
-¿Y está de moda? Esta semana empiezan curso con lleno hasta la bandera.
-El curso empezó hace 15 años a demanda de las funerarias y para adaptarse a una legislación que iba a venir tras el ingreso en la UE, pero que no llegó. Se da un certificado, que firma el rector de Salamanca, reconocido por cualquier institución que se ocupe en el futuro de la profesión. Los que salen suelen trabajar como autónomos. Y como no hace falta ser médico, hay gente de todo tipo y de toda España, muchos para encontrar trabajo o ampliar su campo.
-¿El perfil?
-Desde un maquinista del AVE a un ingeniero aeronáutico, pasando por esteticistas o peluqueras.
-¿Qué buscan los que no lo hacen por trabajo?
-Decían que la muerte les había inducido dudas y querían tener contacto con un cadáver. Curiosidad.
-¿Un empleo con buenas expectativas?
-Clientela no faltará: todos pasamos por el sector funerario. Es lo que tiene la muerte, que nos iguala.
-¿Cuándo los alumnos le dejaron muerto?
-Uno preguntó si se podía mantener a alguien vivo embalsamándolo. Dije: «¿Voluntarios?». Y ni uno.
-Leo: «Las operaciones de tanatoplástica pretenden dar un aspecto vital y no traumático de la muerte». ¿Ni entonces aceptamos lo inevitable?
-¿Por qué?
-Creamos un mundo donde la parca es tabú y además queremos que los muertos parezcan vivos.
-La tanatopraxia busca dar al cadáver el aspecto más parecido al que tenía esa persona en vida. Si es muerte por enfermedad, que deteriora o deja un aspecto caquéctico, se le evita esa apariencia para recordarle en el último momento, que queda tan grabado, como cuando vivía. No se trata de poner a alguien bonito o de payaso, sino de que recobre su apariencia vital, por lo que es fundamental tener una foto. En el caso de la muerte traumática, con grandes destrozos, sí que es necesaria una reposición de elementos. No se trata de hacer cirugía plástica, pero sí de dar el mejor aspecto posible.
-¿En qué materias debe afinar más el alumno?
-Nuestro programa nació siguiendo los de países donde existe la profesión de tanatopractor, sobre todo de Francia, y que implica conocer la anatomía a grandes rasgos, fisiología, medicina preventiva —para evitar el contagio de enfermedades—, medicina legal y forense, ética, psicología de la muerte, tanatoestética y tanatopraxia. A eso vamos incorporando materias como la formación de máscaras, por si alguien quiere un recuerdo más ameno.
-Los hay que se hacen de las cenizas una sortija.
-También. El sector funerario ofrece estos servicios como otra fuente de ingresos, ya que en España hay 24 horas o menos antes del entierro, por lo que los tratamientos son pocos.
-Es que en España morirse cuesta un dineral.
-Como en todos los sitios.
-¡Lo que hubieran dado muchos por disfrutar en vida de esos 3.000 eurillos de la última factura!
-Pero es que además el muerto no la paga: los que pagan son los vivos, y eso ha hecho que con la crisis se multiplique el número de donaciones de cadáveres a las facultades de medicina, donde son fundamentales fuentes de conocimiento. En Salamanca, desde hace dos años, tenemos las cámaras llenas.
-¿Cuánto les dura un cadáver?
-Depende. Desde que se embalsama, unos dos años antes de su utilización, pero también se puede congelar para usarlo en fresco en cursos de disección, de diseño de nuevas vías de abordaje quirúrgico...
-¿Usted ha donado su cuerpo para la Ciencia?
-No. Otra cosa es lo que decidan mis herederos...
-¿Es que no se fía?
-No me fío de quién me puede estudiar...
-¿Tal vez de alguno con un suspensillo?
-(Se ríe) Y que diga: te voy a dar tu merecido.

**Publicado en "ABC"

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