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27 November 2010

"Alta sensibilidad": la lucha de Isabel Palomeque contra el ictus


La vida de Isabel Palomeque se rompió el 28 de febrero de 2004. Cenaba con unos amigos cuando un ictus le paralizó la mitad derecha de su cuerpo; la musculatura de su rostro se destensó y ya no pudo decir nada más. Hoy, con 31 años, relata la batalla que empezó a lidiar ese trágico viernes por la noche en el libro Alta sensibilidad (Plataforma / Edicions 62).
Y lo hace en positivo, "con optimismo", consciente de que "la vida da muchas vueltas". Su filosofía, seis años después del ictus, es clara: "Sólo miro hacia adelante, nunca atrás".Aunque muchos recuerdos no desaparecen. Con la publicación del libro ha tenido que volver a esa noche de febrero, al mes que estuvo ingresada en el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, al coma, al encierro que supuso no poder expresar lo que sentía -el accidente cerebral le robó la capacidad de transformar los pensamientos en palabras- y a un largo (y provechoso) camino de recuperación. "No estoy orgullosa de lo que he conseguido, es que no tenía otro remedio", confiesa.
Los primeros pronósticos eran desgarradores: Isabel se debatía entre la vida y la muerte. Incluso, estando en coma, vio cómo se le escapaba un avión con destino Menorca, que la esperaba al final de un túnel infinito. No lo cogió y esquivó la muerte. Los médicos dudaban de que pudiera recuperar el habla y la movilidad de la parte derecha de su cuerpo.


-Sin rencor
Pero después de horas y horas de recuperación, en el Institut Guttmann y en casa, y de probar todo tipo de terapias (desde la acupuntura a la natación o la hipoterapia), hoy Isabel es una mujer independiente, que vive sola, y que sigue sin rendirse. Continúa trabajando contra la afasia, la pérdida del lenguaje verbal, pero puede mantener una conversación sin problema (en castellano, su lengua materna; los demás idiomas que hablaba han desaparecido).
No guarda rencor a los amigos y la pareja que quedaron por el camino: "No me siento decepcionada". Y bromea recordando que "me han marcado muchos goles [como cuando, meses después del ictus, la despidieron de la clínica donde trabajaba como infermera], pero yo también he marcado muchos". Siempre ante la constante mirada de sus padres.Isabel centra su energía en la danza, como bailarina en una compañía, asiste a clases para adultos en la universidad y en julio entrará a formar parte del Proyecto Foltra, en Galicia, una terapia con hormonas del crecimiento. "La vida traerá nuevas emociones", sentencia Isabel.


**Publicado en "ADN"

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