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27 October 2010

Temor ante un repunte de la tuberculosis por la crisis

"TBC significa tuberculosis, no tabaco. Lo aprendí tras ver horrorizada el informe del TAC de mis pulmones en donde yo creía que habían encontrado un cáncer que acabaría conmigo en unos meses. Por suerte era tuberculosis y se cura. Y para sorpresa de todos, desde mi médico de cabecera hasta mis compañeros de trabajo, mis amigos y yo misma, es una enfermedad que existe, también aquí", cuenta Dolors Ayxalà, 45 años, periodista, madre de una niña y un niño y convaleciente durante el último año de esa enfermedad tan romántica que afecta a casi 400 barceloneses al año y que muchos creían extinguida.

-Tabaco, alcohol y tratamiento para la artritis
Entre los antecedentes personales que los epidemiólogos detectan en los enfermos de tuberculosis hay dos grandes constantes entre los hombres: tabaco (48%) y alcohol (24%). Entre las mujeres llama la atención que el 14% estuviera con un tratamiento inmunosupresor para su artritis. Es una de las más novedosas opciones terapéuticas para esa dolencia, pero abre paso a un contagio o a una tuberculosis latente que se activa con el bajón inmunitario. Otro factor influyente es la indigencia (13% de los hombres y 4,8% de las mujeres). Para detectar el bacilo, además de la prueba de la tuberculina, en Barcelona se hace otra más selectiva con interferon gamma.
"Durante el franquismo casi se consideró erradicada, pero lo cierto es que tenemos, según la Organización Mundial de la Salud 30 casos por cada 100.000 habitantes, aunque creo que deben ser menos, porque Barcelona, una ciudad populosa, donde la tuberculosis se extiende con más facilidad, tiene 24 casos por 100.000", explica Joan Caylà, uno de los mayores conocedores de esta infección y responsable de epidemiología de la Agència de Salut Pública de Barcelona. "Y tuberculosis hay en todas partes, aunque España está, digamos, entre los que más tienen del grupo de los países ricos". En Francia tienen la mitad, Portugal, más que España. Y el 80% de los nuevos casos se concentra en países en vías de desarrollo. Dolors llevaba un año tosiendo. "A todas horas: haciendo deporte, trabajando (hablo mucho por teléfono)... Siempre con el vasito de agua al lado. Ni fiebre ni malestar. Sólo se disparó la alarma cuando el cansancio me impidió ir directa, sin descansos, del trabajo al coche". Tiró de sí misma más de lo lógico y al final del verano pasado decidieron que debía de haber algo más que resfriados y laringitis que explicaran esos síntomas. El TAC dio la pista y en Vall d'Hebron la aislaron y le miraron los esputos hasta que dieron con el bacilo de Koch. "El trato y la información, inmejorables. Además, tienen un servicio de enfermera gestora de tuberculosis disponible por teléfono cada día de 2 a 3, a quien pregunté muchas veces mis dudas. Estar aislada, también en casa, es duro". En Barcelona las cifras han ido bajando en la última década, pero menos de lo deseable (la mitad de lo que esperaban) "y no es una enfermedad de emigrantes. Actualmente, más de la mitad de los afectados son autóctonos", explica el doctor Caylà. Atrás quedaron los repuntes por drogas endovenosas y sida. La inmunodepresión en ambos casos disparó las cifras de tuberculosis y se hicieron planes tajantes en cárceles y servicios para drogadictos. "Gracias a la metadona se consiguió que la mayoría se tratara la enfermedad, la única manera de reducir la presencia de la tuberculosis". Por que el tratamiento es el caballo de batalla. Cuatro pastillas a la vez durante meses, de seis a nueve, también tratamiento preventivo para los de alrededor que den positivo aunque no estén enfermos. "La medicación ha evolucionado prácticamente nada en los últimos cuarenta años y aparecen resistencias y efectos secundarios. Es una enfermedad olvidada por absurdo que parezca", recalca Caylà.
En diversas partes del mundo, incluida Barcelona, se busca una medicación más fácil, como la que tiene hoy el sida. Y se pide que sea gratuita. En Valencia ya lo han logrado. "Y es importante, porque en momentos de crisis, cuando se espera un aumento en todo el mundo, especialmente en las grandes ciudades, no poner barreras al tratamiento es capital para la salud pública", dice el epidemiólogo. Los neumólogos estadounidenses están preocupados porque hay menos notificaciones justo ahora. La gente aguanta más antes de ir al médico si tiene que pagar el servicio, "y cuanto más se retrase el tratamiento, más contagios". Entre el 1% y el 2% de los que están en contacto con una persona enferma (que es la que contagia) desarrollará la enfermedad en el primer año.

**Publicado en "La Vanguardia"

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