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13 October 2010

El Instituto de Obesidad alerta contra la variación indiscriminada en las tallas de ropa, factor que puede conducir a la anorexia o a la bulimia

Hace cuatro años, el Ministerio de Sanidad suscribía un acuerdo con las principales firmas textiles con vistas a tratar de unificar la talla de las ropas que llegan al consumidor. El marco de fondo sobre el que se establecía la propuesta residía en la lucha contra los trastornos que se podían derivar de estas conductas.
Más de mil cuatrocientos días después, una encuesta realizada por la Fundación Imagen y Autoestima devuelve al problema al punto original. Así, según dicho trabajo, el 87% de los españoles admite que su talla varía en función del modelo de ropa que se prueba, mientras que dos de cada cinco afirman no encontrar su talla al ir de compras.
Asimismo, el último Barómetro sobre el grado de unificación de las tallas y el impacto sobre la salud de las personas, realizado conjuntamente por la Federación Española de Asociaciones de Ayuda y Lucha contra la Anorexia y la Bulimia y por la Fundación Imagen y Autoestima, revela que el 44% de los encuestados se plantea iniciar una dieta cuando comprueba que no usa la talla de ropa que creía. Cabe añadir, además, que el 80% de quienes facilitan esta respuesta son mujeres.
Bajo esta perspectiva, el Instituto de Obesidad quiere recalcar las graves consecuencias que lleva acarreada, en muchos casos, la falta de unificación en la talla. Haciendo caso al resultado de las muestras planteadas, se observa como la modificación de la talla impulsa, en numerosas ocasiones, al comienzo de un régimen alimenticio equivocado que, en no pocos casos y dado su escaso componente nutricional adecuado, deriva en graves trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia.
Conviene recordar que los pacientes que padecen este tipo de trastornos resultan mucho más vulnerables a las pequeñas modificaciones, como puede ser un cambio en la talla a la hora de adquirir una prenda.
Además, las dietas que se suelen emprender en estas condiciones destacan por sus deficiencias vitamínicas y nutricionales. Estos tratamientos promueven una exagerada restricción de la energía ingerida, que conlleva deficiencias en vitaminas, minerales y macronutrientes, provocando cambios metabólicos y una monotonía alimentaria que los convierte en gravemente perjudiciales.
Ante ellas, el organismo reacciona compensando la falta de energía con un incremento de la destrucción de las proteínas corporales, lo que provoca tanto una pérdida de masa muscular como una formación de sustancias peligrosas para el organismo si la dieta se prolonga en el tiempo. Todo ello sin analizar otra larga serie de efectos secundarios como las alteraciones gastrointestinales, el malestar general, los mareos, la intolerancia al frío, la sequedad de la piel, la fragilidad de las uñas, la pérdida de pelo, las contracturas musculares, el insomnio, la ansiedad, la irritabilidad o la depresión.
Por todo ello, el Instituto de Obesidad aboga por un adecuado cumplimiento de los acuerdos alcanzados entre el Ministerio de Sanidad y las principales firmas textiles, que derivaría en una óptima aproximación a las tallas de ropa para el ciudadano, limitando las posibilidades de iniciar regímenes perjudiciales que puedan derivar en trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia.

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