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22 February 2010

El tabaco disminuye la eficacia del tratamiento del asma


Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), el tabaquismo agrava los síntomas alérgicos en los pacientes alérgicos y dificulta su tratamiento. Ello provoca una peor calidad de vida en comparación con los alérgicos no fumadores. "Dejar de fumar evitaría el desarrollo y frecuencia de muchas enfermedades alérgicas, como el asma y la rinitis", afirma el doctor Ricardo Abengózar, alergólogo del Hospital Virgen del Valle de Toledo y especialista en tabaquismo.
El humo de tabaco contiene unos 4.000 componentes tóxicos, los cuales, según este experto, "favorecen la elevación de los niveles del anticuerpo que participa en las reacciones alérgicas (IgE = Inmunoglobulina tipo E). De hecho, numerosos estudios epidemiológicos ponen de manifiesto un incremento de los niveles de la IgE entre los fumadores (activos o pasivos). Por tanto, el tabaquismo, aumenta la prevalencia de las enfermedades mediadas por este anticuerpo IgE". Se estima que, una vez desarrollada la alergia o el asma bronquial, el contacto del paciente con el tabaco puede desencadenar agudizaciones, aumentar la gravedad, el número de atenciones urgentes u hospitalizaciones, así como dar lugar a una peor respuesta al tratamiento.
Como se ha señalado, independientemente del efecto sobre los pulmones y el desarrollo de enfermedades respiratorias típicas relacionadas con el tabaco, la exposición al mismo perjudica a los pacientes con enfermedades de origen alérgico, como los asmáticos. Así, la exposición al tabaco influye en su frecuencia y, sobre todo, en su evolución, disminuyendo la eficacia del tratamiento, por lo que los asmáticos deben, por un lado, evitar el tabaco y, por otro, que otras personas fumen en su presencia. "Se ha comprobado que el humo del tabaco produce una disminución del calibre bronquial. Dado que en un asmático ya tiene una disminución del mismo por su enfermedad, esto puede dificultar el control de la enfermedad y agravar el pronóstico - indica el doctor Abengózar. La exposición mantenida al humo del tabaco es un factor que empeora la sintomatología de dichas enfermedades y, por tanto, dificulta su buen control".


-Evitar el tabaco en todos los ambientes
El humo del tabaco es, sin lugar a dudas, el mayor contaminante de interiores. La exposición al humo del tabaco se asocia de forma significativa con la aparición de sensibilización alérgica, con asma y otras enfermedades respiratorias. En palabras del especialista, "el alergólogo, debe valorar la exposición al humo del tabaco de sus pacientes, tanto como fumadores activos o por exposición a ambientes con humo del tabaco, al tratarse del principal factor contaminante de interiores".
Los expertos indican que rinitis y asma son los dos principales motivos de consulta en Alergología. Según datos recientes, en nuestro entorno, el 10 por ciento de la población general padece asma y el 22 por ciento presenta síntomas de rinitis alérgica. "Para estas personas, el aire contaminado con humo de tabaco es un factor de riesgo prevenible que debe ser evitado en lugares públicos y en el trabajo"- detalla el alergólogo.
Los alergólogos indican que la inmunoterapia es la única vía para modificar el curso natural de las enfermedades alérgicas. Sin embargo, en el caso de los fumadores el tratamiento aplicado surte menor efecto. "Tanto los asmáticos como los pacientes con rinitis precisan una terapia más intensa si son fumadores", explica el doctor Abengózar.


-El tabaco y los niños
La exposición precoz al humo del tabaco tiene efectos negativos en la función pulmonar, sobre todo en el periodo de gestación intrauterina y en los dos primeros años de la vida. "Es por tanto, muy importante, -subraya- el tomar medidas encaminadas a reducir la exposición ambiental al humo del tabaco, tanto durante el periodo prenatal como posteriormente en el ambiente familiar y en lugares públicos".
En esta misma línea, "los niños expuestos a humo de tabaco presentan con más frecuencia alergia y asma clínico, y en gran medida el tabaquismo de los padres marca su pronóstico"- afirma el doctor Abengózar.

-El papel del alergólogo
El tabaquismo es un problema de salud pública de primer orden que requiere un gran esfuerzo por parte de todos los profesionales sanitarios, y por supuesto, de los alergólogos también. El consejo debe reforzarse al tratarse en su mayoría de pacientes con patología respiratoria, susceptible de empeoramiento por la exposición al humo del tabaco, peor respuesta al tratamiento y peor evolución.
"En esta línea, es fundamental el papel del alergólogo para advertir a los pacientes alérgicos y a las personas que conviven con ellos del mayor riesgo que tienen si continúan fumando. Por ello, estos especialistas deberían, si procede, derivar a sus pacientes a unidades especializadas en tratamiento del tabaquismo para ayudarles a dejar de fumar", concluye el doctor Abengózar.

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